Sevilla cara al mar
Sevilla, es una ciudad afortunada, y siendo una ciudad interior, es la única en toda la Península Ibérica, que disfruta de la doble condición de terrestre y marina.
Este hecho ha convertido a Sevilla en una ciudad singular, ya que su conexión umbilical a través de la ría del Guadalquivir hasta el mar Atlántico, la ha aproximado a éste, de forma que Sevilla de cara al mar desde tierra, ha hecho de ella una ciudad marinera.
Tan marinera que fue pionera durante varios siglos, como adelantada de la Indias, a partir de la inusitada aventura del Almirante, tras la marathoniana jornada de Santa Fe y Granada, donde se gestó el compromiso de Colón y los Reyes Católicos.
Damos por sentado la evolución de este hito histórico, con todas las implicaciones que llevó consigo la creación de la Casa de la Contratación en Sevilla, así como la puesta en marcha de la Cámara de Mareantes, Atarazanas, Colegio de San Telmo, Archivo de Indias, etc, que hizo de Sevilla una potencia económica en Europa y en mundo entero, durante los siglos XV al XVIII…
¿Qué huella ha dejado en Sevilla estos acontecimientos en el siglo en que vivimos?
Desde luego no tanto como hubiera sido deseable, pero salvando las distancias, hemos de reconocer que Sevilla, sigue siendo marinera, y de cara al mar, heredera de sus antecedentes, aunque no con el protagonismo de antaño.
Y basta que repasemos la situación actual de nuestra ciudad, para apreciar que ha sabido aprovechar este transfondo como para poder enorgullecerse de lo que fue y es ahora.
De una parte Sevilla se ha valido de su envidiable situación geográfica en el sur de España, para disponer de un puerto interior, único en Andalucía de los ocho que dispone, para seguir en cabeza, dada su configuración, sin tener que envidiar a los más próximos Cádiz; Algeciras; Málaga; -por poner un ejemplo, ya que ha sabido sacar rendimiento a sus antecedentes, convirtiéndolo en un puerto que ha venido a aproximar sus conexiones con el centro de la Península Ibérica.
Para ello ha sido preciso modernizar el Puerto, dragar el río, aprovechar las más de100 hectáreas que dispone para transformar la realidad del puerto, con tres millones de metros cuadrados de superficie portuaria -una de las más grandes de España-, contando con mas de 3.700 m de muelles, 28.000m2 de tinglados y 37.000 m2 de almacenes, y más de 200.000 m2 de zona de depósitos descubiertos destinados a servicios generales.
Y la obra de mayor impacto que va a suponer en la historia del Puerto de Sevilla, es la construcción de la nueva esclusa, de doble dimensión a la actual, con una eslora de 250 metros y 35 de manga, y que se espera entre en funcionamiento en el año 2.010, lo que vendrá a facilitar el acceso de buques de mayor calado, incrementando el tráfico de mercancías hasta los 12 millones de toneladas, el doble de la facturación actual.
Y a la par, el poder acceder al Puerto buques de cruceros turísticos de mayores dimensiones, incrementando el número de pasajeros que recorren sus singladuras por otros puertos europeos, y que podrán recalar en Sevilla por este medio marítimo fluvial y poder disfrutar de los encantos de nuestra ciudad.
Pero independientemente de las mejoras que se vienen introduciendo en la faceta portuaria, de evidente interés para la ciudad y su entorno, debemos resaltar los esfuerzos que a la par se llevan a cabo en el orden formativo.
De una parte, en el orden jurídico tenemos que hacer mención a la labor que el Instituto Marítimo Español-IME- viene realizando desde su sede en Madrid, y para toda España, organizando cursos preparatorios para la formación marítima a todos los niveles, tanto en cursos especializados en temas marítimos, presenciales y en on-line, en colaboración con ICADE-CEU y Universidad de Navarra, siendo muy numeroso el contingente de alumnos que han pasado por sus aulas, y los que siguen sus cursos a través de Internet en todo el mundo, fundamentalmente de Iberoamérica.
Concretamente en Sevilla, se ha iniciado un curso este mismo año en sus Astilleros, para su personal, en el que semanalmente imparten sus clases un selecto grupo de Abogados Maritimistas, que vierten sus conocimientos a los distintos estamentos de esta factoría, en conjunción con la de Huelva en que están integrados y que se está prestigiando en todo el mundo marítimo-naviero, al haber incorporado las técnicas más avanzadas en la construcción naval.
Asimismo, la propia Cámara de Comercio Industria y Navegación de Sevilla, ha inaugurado en este mismo curso, dentro de la amplia gama de temario múltiple, organizado por su Departamento de Acción Formativa-DAF- la especialidad del Derecho Marítimo y Portuario, incluyendo temas tan variados, como el transporte marítimo, su fiscalidad, seguridad marítima y aduanas.
Todo ello viene a confirmar que Sevilla sigue estando cara al mar, tanto en su estructura, como en su configuración cara al exterior, formando promociones, que a todos los niveles, se precisan para mantener el status marítimo que Sevilla viene arrastrando desde los orígenes del inicial desarrollo de la navegación a través de su Río Grande.
También es cierto, que este nuestro río nos ha deparado en estas fechas, el triste suceso de ocultar en sus profundidades el cuerpo inerte de la pobre Marta del Castillo, suceso que se viene ocupando los medios de comunicación en forma reiterada, y que ha entristecido a la sociedad sevillana y resto de nuestro país.
Y a la par, ha venido a poner de manifiesto el escaso interés que su cauce supone para sus visitantes, habida cuenta de los despojos que han aflorado, con motivo del rastreo que con este triste motivo vienen efectuando las fuerzas de seguridad del Estado, en busca de su cuerpo inerte, habiendo aparecido los objetos más extraños que pueda imaginarse, con desprecio a la naturaleza y la ecología.
Nuestro río no se merece este trato, pues es una fuente de riqueza, que no puede venir a empañarlo hechos como el que citamos, por enturbiar sus aguas y el fin para el que está destinado: su pacífica navegación.
A este efecto, debemos referirnos, en forma subsidiaria a la navegación comercial a la náutico-deportiva, que aun tratándose de un puerto interior, dispone unas modernas instalaciones en el Club Náutico y Real Círculo de Labradores además del más cercano de la villa de Gelves, donde los buenos aficionados a la navegación, disponen de atraques, para guarecer sus embarcaciones.
Es bien cierto que el Puerto de Sevilla, desde el punto de vista náutico-deportivo, tiene menor impacto que el resto de puertos deportivos mas cercanos a nuestra ciudad, como pueden ser los afectos a las provincias de Huelva, Cádiz o Málaga, pero viene a complementar la básica de puerto comercial, que como venimos informando, se viene superando año tras año, y más con las grandes reformas que se vienen realizando en esta década.
Debemos asimismo mencionar el desarrollo que se viene realizando dentro de la zona Portuaria ,con la potenciación de la Zona de Apoyo Logístico-ZAL-, con una superficie de hasta 35 Has, y que en concesión administrativa, complementará la actividad portuaria con almacenes, terminal de contenedores, ro-ros, ferrocarril, y conexiones con rondas intermedias, muy cercanas a la ciudad, y a corta distancia del aeropuerto.
También se contempla la instalación de centros de distracción, como es el Aquario Nuevo Mundo. Con una superficie de unos 7.000 m2, y en el que se podrá contemplar el primer viaje alrededor del mundo de Juan Sebastián Elcano, y que tan bien han sabido emular los marineros, con la réplica de la nao Victoria, bajo la batuta de Ignacio Fernández Vial, con sus largas travesías, con sus esforzados colaboradores, que viene llevando con orgullo el nombre de España, allende sus fronteras.-
Sevilla, cara al mar. Y así nos imaginamos a nuestra ciudad, y a la que solo le falta la inclusión del título de “Marinera” en el blasón del escudo cosmopolitano.-
No podemos concluir este repaso a la Sevilla marinera, sin hacer mención a algunos hechos acaecidos en su entorno y relacionados con el mar, y que brevemente les resumo como experiencias vividas en mi labor profesional marítima en los ya largos años que vengo dedicando a esta actividad jurídica.
La primera la referiré a la estancia de un buque de bandera griega, de nombre CRESTENA, cuyo Capitán me dejó honda huella en mis recuerdos al haber mostrado el servicio de su profesión, como algo sagrado, dejando el pabellón de su país en un grado sumo.
Efectivamente, este buque mercante, por problemas que no vienen al caso, fue objeto de Embargo Preventivo en nuestro puerto, y tras el oportuno procedimiento fue sacado a subasta y adjudicado a un tercero.
Hubo que repatriar a toda su tripulación, y el Capitán -al que su Armador lo tenía olvidado- no abandonó su buque durante los doce largos meses, que duró su estancia en el puerto, hasta que se hizo cargo el nuevo propietario, volviendo a su patria, una vez hizo entrega al mismo, de toda su documentación, y en perfecto estado de conservación, ya que entre la tripulación y él mismo, diariamente revisaban y controlaban todos los mecanismos de a bordo, y que él mismo hacía, cuando se quedó sólo.
Como carecía de luz, a través de la Escuela Náutica de San Telmo, se le facilitaron bombonas de butano, para hacer frente al duro invierno, y Cáritas, por mediación de la Parroquia del Corpus Christi, les facilitaban comida y enseres para hacer frente al largo período que permaneció en Sevilla.
Le acompañé a visitar algunas cofradías en la Semana Santa, así como casetas de feria en los Remedios, con lo que pudo paliar la triste situación que le deparó su desaprensivo Armador, y que una vez terminó su forzada estancia pudo reunirse con su familia en Grecia, y en uno de mis desplazamientos a Madrid, aproveché para informar a su Embajador -con quien había tenido que contactar para solventar las deudas del buque con la Hacienda griega- dándole a conocer el ejemplar comportamiento que había mostrado en todo momento este marinero heleno, para honra y prez de su país.
Un segundo recuerdo, ocurrido en la bahía de Cádiz, viene referido a la aventura del buque, de bandera panameña, LISOS, con Armador y tripulación griega, con salida de un puerto de la Unión Soviética.
Llevaba una carga de 4.000 Tns. de unas extrañas bolitas, en su cuatro bodegas, y al detectar alguna anomalía en la bodega nº 2, solicitaron atraque en el Puerto de Gibraltar -que le fue denegado- y al arribar a las proximidades del puerto de Cádiz, solicitaron entrada en puerto, que por la razones que fueren, tampoco le autorizaron su acceso.
El hecho es que el Capitán informó a las autoridades marítimas gaditanas, que el calentamiento que se había apreciado en la bodega nº 2, se había extendido a la uno, contigua a los motores del buque, en su bajo fondo, y que el buque tenía peligro de explotar.
Hablar de explosión en Cádiz, es asunto tabú, por razones obvias, lo que sembró la alarma en la Delegación de Gobierno, Comandancia de Marina, Autoridad Portuaria y todos los estamentos gaditanos, con reuniones hasta altas horas de la madrugada, para adoptar la decisión que in extremis se tomó, de tomar atraque en el muelle en construcción en Puerto Real, tras negarse el Capitán de proseguir viaje a Galicia, ni fondear en alta mar, habida cuenta de los 17 tripulantes, el propio buque, su costosa carga y efectos consiguientes, estimando que, si se procedía a su rápida descarga, podría evitarse una tragedia humana.
Una vez descargada la mercancía, con cerca de 100 montones de una altura de 3 metros en un aproximado de una hectárea de la incipiente zona portuaria de Puerto Real, y con los problemas que venían surgiendo al carecer de maquinaria para la extracción de las bolitas -ya que este hecho ocurrió un año anterior a la Expo 92, y toda la maquinaria disponible estaba concentrada en Sevilla-, se iniciaron los análisis en laboratorios de la zona ,para determinar el material de que se trataba.
Fue de difícil determinación el resultado de estos análisis por los expertos químicos, y solo quedó constancia –sotto voce- de que era un material para la NASA, y de difícil composición, que tuvo muy preocupados a todas las autoridades gaditanas durante unos meses, hasta que paulatinamente fueron desalojadas de los muelles de Puerto Real, pero también éste Capitán griego, y sus Armadores, que estuvieron en todo momento presentes en Cádiz, cumplieron con su deber, evitando una catástrofe, a bordo y en la bella Cádiz.
El tercer suceso que quiero mencionar, ocurrió en nuestro propio Puerto, coincidiendo con la tradicional visita que anualmente efectúo con los alumnos en Prácticas Jurídicas que organiza el Colegio de Abogados de Sevilla, estando a bordo del yate “Torre del Oro” de la Autoridad Portuaria, que en aquel entonces, nos cedía gentilmente, a fin de que los Licenciados en prácticas conocieran de cerca las instalaciones portuarias, desde el Río Guadalquivir, tras la visita a bordo de buques operativos.
El hecho es que estando navegando, y estando a bordo un directivo del Puerto, recibió; comunicación telefónica, informándole que de un buque que estaba descargando grano, había aparecido un cadáver. No pasaron cinco minutos, y le siguieron informando, que había aparecido un segundo cadáver, y así; hasta seis a lo largo de nuestro recorrido de aproximadamente una hora.
Ya al día siguiente, pudimos informarnos que efectivamente se trataba que inmigrantes Rumanos, que aprovechando la oscuridad de la noche en el puerto de carga, se habían introducido clandestinamente en las bodegas del buque, y estando ya acomodados, las autoridades sanitarias rumanas, había procedido a fumigar la carga depositada, desconociendo -por supuesto- la presencia de los pobres polizones, que no llegaron a nuestro puerto, como era su deseo.
Aparte de esta triste necrológica múltiple, provocó la paralización de la descarga del grano afectado por la descomposición de los cuerpos inertes de los polizones, pues antes de la aparición del primer cadáver, ya se había despachado parte de la mercancía descargada y ya estaba en fábricas mezclada con otros productos, y era de difícil discriminación, ya que el resto, fue intervenida por las Autoridades Sanitarias y Aduanera, para su destrucción e incineración.
Y ya por último, citaré un reciente caso ocurrido en aguas gibraltareñas, siguiendo instrucciones de un cliente alemán, proveedor de maquinaria para buques, y el de marras, se trataba de un barco de recreo de una línea muy conocida, y que había dejado pendiente una factura sin pagar.
Se localizó en Génova, y se hicieron las gestiones oportunas a través de un Abogado con residencia en ese puerto, y cuando iba a embargarse, ya había zarpado, y siguiendo su rastro, conocimos su recalada en Gibraltar, donde en contacto con Abogados del Peñón, estudiamos la estrategia para evitar su huida.
La normativa marítima inglesa-maestra en estas lides -nos facilitaron la solución de este asunto, en el sentido que, dada la corta estancia de los buques en puerto- por los costos que supone su mantenimiento, estancia, impuestos, tarifas, etc, a más de que el Armador deudor, era conocedor de que sus acreedores, iban tras él, procuraba acelerar sus trámites para hacer lo más corta posible la estancia en puerto, lo que inducía a actuar con extremada celeridad.
El hecho de que la normativa anglosajona permita recuperar las piezas suministradas a un deudor moroso, aunque estén incorporadas a otro cuerpo principal -el buque- nos pudo facilitar -de la mano del Abogado gibraltareño- y el buen saber de la Magistrado de la Corte Suprema del Peñón -bajo la dependencia de Su Graciosa Majestad-, mediante el embargo de las piezas suministradas y no satisfecho su importe a su proveedor alemán, de forma, que el buque no podía salir de las aguas gibraltareñas, y para lo cual cabían dos alternativas: o se desmontaban y volvían a su legítimo propietario, o se pagaba su importe.
El primer supuesto era costoso para mi cliente, ya que tenía que desplazarse un técnico de su Factoría en Hamburgo, con el hándicap de su costo de desplazamiento, a más de que las piezas a recuperar eran difíciles de poder acoplar a otro buque, y podría haber discusiones sobre el tiempo empleado para su desmontaje y los costos de estancia en el puerto .
El segundo supuesto era más viable, ya que en ese intervalo, el buque al no poder partir por estar embargadas las piezas -que no el buque, se planteó su pago mediante una rebaja, que indudablemente, fue de menor importe que el que hubiera supuesto su desmontaje y carencia de destino de las piezas recuperadas.
Estas son sólo algunas de las experiencias, sacadas al azar, que es gratificante transmitir una vez consumadas, pero que, como todas las experiencias, hay que pasar por ellas, y sacar las secuelas que se tercien.
En definitiva, Sevilla, mira al mar, pues éste no tiene fronteras, y si las tuviere, allí estaría Sevilla, como lo proclamó el Almirante un 12 de octubre de hace más de quinientos años.