España en crisis permanente y Andalucía como problema
I. Introducción
La crisis se ha instalado en nuestro país y no se arbitran soluciones globales para salir de ella. Ante la tesitura, el motor comunitario -también sus controles- sólo ha servido y sirve para evitar el déficit presupuestario disparado, la recesión permanente y el desplome. El patrón de crecimiento anterior al crac hace más difícil la tarea. El discurso de que la crisis global ha afectado a todos los países de igual manera es falso; tampoco es cierto que la metodología para salir de la depresión económica y financiera haya sido la misma.
La constatación –mucho tiempo antes de la crisis- de que los índices básicos de nuestra estructura económica -la construcción y el sector turístico- no podían ser los únicos factores de peso para configurar el sistema, no implicó decisiones de fondo para la creación de parámetros adecuados que dibujaran un nuevo modelo de crecimiento competitivo y productivo.
Instalados en la crisis, ante las pruebas del fracaso, se deberían crear otros valores que sostengan e impulsen el patrón de desarrollo, con una reducción y redefinición del sector público y sin paro estructural y desmedido. Se lucha contra la crisis con una praxis económica nula, como si fuera una coyuntura, o mejor, sucesivas coyunturas.
La situación creada, con elementos endógenos y exógenos, debe tener solución tal y como ha ocurrido en muchos países de nuestro entorno. Los problemas básicos no son únicamente los ajustes para evitar el rescate, sino también el patrón de crecimiento y el modelo estructural. Y es imprescindible que acabado el ciclo de crisis, la etapa de expansión no incida en los mismos desequilibrios y las mismas piedras angulares. Si no corrigen las debilidades estructurales volveremos a estar en las mismas. Si hay un pacto de Estado –en general- antes de catorce meses es que soy ciego.
II. Deuda soberana y rescate. Planteamiento
Hay sectores que apuntan a un escenario de rescate financiero del país –lo que parece difícil pero no imposible- con dos grandes variables, junto a la insolvencia del Estado estaría la de la banca, que tiene mucho de los dos factores que, en gran medida, mueven actualmente la crisis; cartera inmobiliaria tóxica y deuda soberana. También mucha deuda privada. Todo ello podría incluso activar la insolvencia del Estado.
La mayor del desequilibrio financiero, si ocurre en grado máximo con el rescate, está por ver; todo está interrelacionado y los desajustes en las cifras -son astronómicas- de los elementos de peso pueden propiciar la debacle y tener un efecto arrastre. Si la crisis económica y financiera no fuera una ecuación compleja, con factores aleatorios y dinámicos, todos sabríamos lo que va a ocurrir. No lo saben ni los sabios del asunto. Tampoco cualquier apostador del mercado de deuda. Si los niveles de deuda y el rescate tuvieran una relación directa con el porcentaje de aquella en el PIB, como sostienen algunos, el problema sería una regla de tres.
Nadie conoce con certeza qué elemento puede excitar una turbulencia financiera de un calibre que haga necesario el rescate de nuestro país; la correlación entre los factores que pueden generarla es un enigma. Un escenario de probabilidades. La cuestión de la crisis de deuda es novedosa; los que están procesando intelectualmente los datos en primera fila indudablemente tienen o pueden tener mejor perspectiva, pero también está claro que unos lo están haciendo mejor que otros. Parece, por lo que estamos viendo, que la arquitectura de la deuda soberana no está hecha para algunos.
III. Elementos básicos de la situación actual del país. Algunas causas
La inestabilidad financiera, la inexistencia de un plan global ante la crisis y el cuadro anterior a la misma, han situado a España al borde de una fractura económica y social sin precedentes en todo el periodo constitucional. Los vientos y la improvisación han movido la economía, y hemos abierto la puerta a la crisis permanente al no modificar –no se ha intentado- los valores que la hacen respirar. No se han corregido los desequilibrios estructurales. Hace muchos años que se debió actuar.
El problema, a estas alturas, no está, entre otras cosas, en las grandes sociedades de la construcción, la telefonía, el sector textil, o el petróleo, con aceptables resultados –con matices- fuera y dentro, sino en la pequeña y mediana empresa. Pero, en todo caso, el IBEX 35, que es el Índice formado por las 35 mayores empresas por volumen de contratación (a mayor capitalización bursátil mayor peso en el Índice) que cotizan en las bolsas españolas, es ilustrativo de lo que nos ocurre. Ha tenido grandes pérdidas. Si las empresas importantes están en dificultades eso se refleja en el Índice. A lo que voy, en 2010 el IBEX ha perdido un 17,43 %; en la Eurozona sólo el griego tiene peores resultados. El irlandés nos ha superado. Alemania ha ganado el 16,06 %.
El adiós, con matices, a los fondos comunitarios, tan previsible, también ha contribuido a la crisis como “statu quo”. En la Eurozona, con las excepciones conocidas, los signos de mejora se multiplican y en nuestro país sólo hay malas noticias.
El cuadro actual es producto de la crisis, de la mala gestión de la misma, de la falta de perspectiva económica y política, así como de un patrón de crecimiento equivocado y con pocas alternativas. Además, asumir la crisis en su momento –cuando explotó- con todas las consecuencias, era rentable en todos los sentidos. El 28 de junio de 2010 consideraba “The New York Times” que la fiesta en España había terminado (party is over).
Hasta entonces, y además con un reduccionismo absoluto, no se rompe con una línea cronológica de pasividad incomprensible. El asunto lo conocían el panadero, el arquitecto, la del 4º, su prima, usted y yo; pero ellos no se habían enterado. Cuanto tiempo desde que se desencadenó la tormenta financiera y económica de la crisis global en 2008. Casi tres años después, de mala manera, son conscientes de “la gran recesión”.
El gasto público continúa disparado. La política presupuestaria y la política económica no van de la mano. La red de AVE a Galicia acaba de licitarse a finales de diciembre; lo contrario tendría un coste electoral inmenso y, a pesar de las circunstancias actuales, habría que debatir sobre lo injusto; eso es una parte del modelo y no es, ni por asomo, un aeropuerto en Ciudad Real.
Tampoco se toman decisiones a la larga; únicamente soluciones cortas y epidérmicas. Todo menos redefinir y reducir el sector público, que no tiene nada que ver con cumplir el objetivo de reducir el déficit público estatal en 2011 al 6 %; ya no me creo nada.
Señalar, con los tiempos que corren, que todo es producto de la presión de los mercados no ayuda a nuestro país. Tampoco es bueno tildar de paletos a los que achacan una parte de la responsabilidad de la magnitud de la crisis en España a los responsables de dirigir la cosa pública.
IV. Sobre medidas estructurales y el ritmo de las reformas. Política de respuestas
Se necesitan medidas que marquen una época, tal y como sostienen los organismos y sectores más influyentes, para poder resolver los problemas estructurales de España. Un ajuste sin cambios profundos, en las actuales circunstancias, no sirve para nada y no va a permitir la recuperación, el crecimiento y la sostenibilidad. Una verdadera agenda de reformas a medio y largo plazo no existe y no ha existido. El asunto, por decirlo suavemente, es plurianual.
El “tempo” de las reformas ha sido funesto. Siempre tarde y parciales. Respuestas a USA, a la UE, a la Eurozona, a Alemania, al BCE, al FMI, a las Agencias de calificación de deuda, a los periódicos más influyentes y a los especuladores, pero sin un plan global y un programa estructural de ajustes con respuestas a la crisis a medio y largo plazo. Todo eso ha costado dinero –a todos los españoles-, destrucción de empleo y del tejido empresarial, así como credibilidad. Se trata también de sentar las bases para un modelo productivo sin las variables intrínsecas y desorbitadas de paro en las que nos movemos.
El núcleo de la Unión Europea –cuatro buenas palabras de Frau Merkel parecen el cielo- no confía en nuestro país porque siguen sin arbitrarse medidas globales y de fondo para que el tejido empresarial, financiero, industrial y productivo tenga un mínimo de solidez y sea competitivo; corto y medio plazo y también en el futuro.
Las grandes corporaciones nacionales invierten a medio y largo plazo fuera de España más que nunca y los inversores foráneos –no confundir con los especuladores- tienen todas las cautelas con nuestro país; la inversión sigue cayendo. El proteccionismo no favorece la competitividad; las ayudas al carbón, por ejemplo, están en la picota. El informe de diciembre de 2010 de la OCDE lo dice muy claro; el proteccionismo no ayuda a solventar la situación.
La privatización se ha convertido en un instrumento necesario para la mejora de la competitividad, el empleo, el crecimiento y la productividad. Los sectores que en manos de lo público no son eficientes deben redefinirse y las actividades económicas que son necesarias y están mal gestionadas en la “res publica” deben abrirse al capital privado, para un funcionamiento ágil y eficaz. Las empresas públicas que no sean competitivas deben privatizarse en su gestión, reducirse o desaparecer del tejido empresarial.
Las Agencias privadas de colocación, que nos han lanzado en fechas recientes, estaban previstas en la reforma laboral de septiembre. El número de empleados públicos debe estabilizarse y las ofertas de empleo público deben reducirse a lo excepcional. El patrón de crecimiento es el que debe crear empleo. Las políticas de subvención –algunas son surrealistas- deben limitarse a los sectores que crean riqueza y empleo o palian desequilibrios estructurales o territoriales. La investigación, el desarrollo y la innovación deben ser una prioridad.
Las reformas son escasas y por entregas. Los factores exógenos de la crisis han sido los mismos para Alemania, Gran Bretaña y Francia y sus números o su credibilidad son muy diferentes. Nuestro Sistema económico no ha funcionado y es vulnerable. Los modelos de producción no son eficientes y no existen estrategias globales. Hay quien se refiere a la necesidad de una nueva configuración macroeconómica de España.
V. Andalucía
Andalucía ha sido la más beneficiada por los fondos de la UE en los últimos veinte años. Sin ellos, con las peculiaridades de su modelo productivo, sin medidas específicas para su recuperación, está condenada a la parálisis. Los fondos de la UE que potencian el equilibrio territorial y económico se deslizan hacia los países de nueva adhesión. La Unión Europea atiende a los recién llegados.
Las etapas expansivas de inversión han terminado y han dejado una Andalucía sin vertebración económica y social. Las manifestaciones de la crisis son la constatación de un fracaso en la gestión económica y política de los últimos veinte años, cuando todas las constantes eran favorables, por su capacidad de crecimiento, para darle el sitio que le correspondía, dotándola de equilibrio económico y social. Una Andalucía vertebrada habría paliado la crisis; lo cierto es que en nuestra tierra se ha multiplicado exponencialmente.
Andalucía no puede ser una rémora. Se han ignorado las políticas sociales de empleo. No podemos recibir constantemente el discurso de que la solidaridad interterritorial es un abuso. El tiempo perdido no lo vamos a encontrar, pero la sociedad civil no puede seguir callada. Tiene que asumir ciertos riesgos. Andalucía agoniza.
No existen proyectos de futuro. Se trata de conseguir, ante las nuevas circunstancias, como exigen tantos, un modelo de crecimiento sostenido que reduzca el perímetro del sector público, y que no permita un 28 % de la población activa en desempleo. Esa contracción productiva resulta estratosférica. Un esperpento inadmisible. Parece que algunos lo están empezando a captar; es increíble que alguien viva en esa torre de marfil. No hay palabras para definir, permítaseme la licencia –soy abogado- semejante incumplimiento de contrato.
La convergencia -que los andaluces nos acerquemos a los niveles de renta “per capita” y empleo de las regiones y nacionalidades más desarrolladas- se ha convertido, más que nunca, en una utopía.
El informe PISA (programa internacional para la evaluación de estudiantes) de la OCDE, difundido el 7 de diciembre de 2010, sitúa la educación de los andaluces cuatro puntos por debajo de las CCAA con mejor nivel. En los tres índices (comprensión escrita, matemáticas y Ciencias), la puntuación de Andalucía está por debajo de la media española y ésta anda por el treinta y tantos (Portugueses, Italianos y Franceses nos adelantan). Como en casi todo, España mal y Andalucía peor. Es necesario un Plan integral de mejora de la educación; el modelo no funciona. La educación debe ser para los andaluces una vía de escape.
La sostenibilidad financiera del sector público andaluz es el gran reto; la reducción de su peso también. El sector no puede seguir engordando con el factor empleo, que debe estabilizarse. El papel de la iniciativa privada –el capital también- como instrumento de desarrollo hay que potenciarlo y disminuir, por el contrario, las sociedades públicas; sobre todo las de carácter mercantil que no afectan al servicio público. Lo dicho en el inciso anterior sobre privatizaciones es aplicable en mayor medida en Andalucía. El asunto de las Agencias –dan el discurso de un proyecto novedoso estilo USA- es un tremendo error. No puede existir una Administración paralela El tamaño del sector y las políticas intervencionistas y clientelares están lastrando el desarrollo económico y social. Un modelo de gestión obsoleto.
La sanidad andaluza está en un momento crítico. La deuda sanitaria andaluza, que disfraza el déficit de la región y permite moverse en el autorizado por el Gobierno, ante el silencio del Consejo de Política Fiscal y Financiera, supone en torno a un 25 % de la Estatal, y tiene mucho que ver con una gestión incompetente. La deuda la financian, en su mayoría, los proveedores, que cobran a medio plazo, en torno a un año de retraso. Tampoco es buena política edificar Centros de Salud y ser moroso a largo plazo con los constructores. Todo eso es hipotecar la viabilidad empresarial y promover el ajuste laboral encubierto. La sostenibilidad financiera del sector público no es eso y la ingeniería financiera tiene límites.
Resulta ilustrativo que la sanidad andaluza, con un déficit real desmesurado, tenga un proyecto para realizar un concurso público de gran cantidad de medicamentos, por principios activos, para que “salgan más baratos” o “con descuento” a la Administración Sanitaria. Eso es lo que trasladan. Se trata de una práctica monopolística que forma parte de la estrategia para que el déficit y el globo de sus cifras prosperen. El asunto es muy corto de miras; una ocurrencia que puede terminar en la Audiencia Nacional y en la UE. Ese tipo de actuaciones destruye empleo y quiebra la unidad de mercado y la competitividad. Puede acabar encareciendo los medicamentos y el regulador tiene mucho que decir. Estamos en la Unión Europea. No se puede hacer política bolivariana.
Todo eso es la antítesis de liberalizar los mercados, como aconsejan el núcleo de la Eurozona, la OCDE y las Agencias de deuda. La Comisión Nacional de la Competencia (antiguo Tribunal de Defensa de la Competencia) no va a callarse. Maquillar las cuentas públicas es un tremendo error; que se lo pregunten a los griegos.
El sector industrial –que impulsa el crecimiento y crea empleo- tiene escaso peso en Andalucía. Ahí puede estar, entre otras cosas, la clave del escaso desarrollo andaluz en los últimos años y del tremendo impacto de la crisis en la región. Debería haber una apuesta seria por el sector. El Índice general de Producción Industrial de Andalucía se ha contraído en un -5,1 %, mientras en España ha crecido un +2´7 % y en bienes de equipo la tasa de crecimiento se ha situado en un – 13,8 %, cuando en España la variación interanual es de +1´9 %. (tasas interanuales a noviembre de 2010, Instituto Andaluz de Estadística e Instituto Nacional de Estadística). El diferencial con España es cada vez mayor. No hemos sabido crear, cuando las circunstancias eran favorables, un sector industrial, y además existe metástasis en el mismo. La modernización del tren de mercancías de la red ferroviaria andaluza es una necesidad acuciante para este sector. Hay quien sostiene que se debería aprovechar para ello la red de alta velocidad para pasajeros.
La investigación ha estado mal vista y la economía innovadora no ha aparecido. Los contratos de investigación y desarrollo son una broma. El retraso tecnológico es evidente. A propósito, cuando oigo hablar de modernización en Andalucía me entran sudores. Cuando nos venden que Andalucía es la tercera región en I+D+i me entra la risa floja. Hay que negarse a una Andalucía turística; ese sector crece, pero la marca “Andalucía” no puede ser esa.
VI. La agricultura y la crisis
La Agricultura ha aguantado mejor la crisis que otros sectores, al abrigo en gran medida de la PAC o Política Agrícola Común Comunitaria y de sus subvenciones. Existe bastante consenso en que el perfeccionamiento del modelo pasa por transformar en mayor grado la producción agraria en alimentos manufacturados; participar, en el mismo nivel que en la producción, en la industrialización del producto agrario. Por otra parte, Andalucía y España se encuentran a la cabeza en productos orgánicos y ecológicos.
La renta agraria en 2010, según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, experimentó en España un incremento del 5,1% sobre el año anterior y el sector sostiene que los datos están cocinados al alza mediante una modificación a la baja hecha por el Gobierno en las estadísticas de las rentas en los años anteriores. Esto también lo castigan los mercados. En la Unión Europea se ha registrado un incremento medio de la renta del 11% y no va a sentar bien ese maquillaje de la contabilidad nacional. Lo cierto es que ha servido de refugio a muchos desempleados y eso es mucho.
VII. Desempleo
La Europa Social se escandaliza ante unos índices de paro –además endémico- que no tienen parangón ni con países de la Europa periférica en términos de crecimiento y desarrollo. Grecia, Portugal e Irlanda, de una debilidad económica y financiera contrastada, no tienen, ni de lejos, esos indicadores de desempleo. Las magnitudes absolutas y los índices relativos resultan insoportables.
La contracción sobre el empleo es cada vez mayor. España, finalizado 2010, ha sobrepasado los cuatro millones cien mil desempleados y seguimos destruyendo empleo. Andalucía se acerca al millón de parados a pasos de gigante; hemos sobrepasado los 903.000. Es la Comunidad Autónoma donde más ha aumentado el paro en el año 2010, en términos absolutos y relativos. Son datos del Ministerio de Trabajo. No hay argumentario –el palabro viene que ni pintado- ante ese disparate. Ese ha sido el modelo de crecimiento. Eso no es Economía sostenible. La culpa fue del cha cha cha.
El Estado del Bienestar se convierte en un sarcasmo cuando se financia endeudando al país de esta manera -poniéndolo al borde de la quiebra o del rescate- y también cuando se disparan los índices de desempleo, en torno a un 20´5 % de la población activa; la tasa más alta de la Unión Europea. En Andalucía está sobre el 28 %. En USA 9´5 puntos y Portugal se sitúa en torno al 10 %. En Alemania sobre el 7 %. Grecia tiene el 12 % e Irlanda el 14%. En Italia andan por los 8 puntos y medio. Ese es el gran desequilibrio estructural de nuestro país, aunque no el único. La media de la UE, veintisiete países, fluctúa alrededor del 10 %. Así no puede existir cohesión social.
Crear empleo no ha formado parte del modelo de crecimiento; la política social más importante se ha olvidado. El pastel del empleo hay que agrandarlo y repartirlo. Se deben crear mecanismos eficaces de exclusión del sistema de cobertura y protección del desempleo para aquellos que lo utilizan fraudulentamente.
Se ha configurado un patrón de crecimiento con un 20´5 % de paro y en el que somos, después de China, el país del mundo con más kilómetros de alta velocidad para pasajeros. Como se come eso. Hay que establecer como premisa mayor que el 20´5 % de los miembros activos no puede estar desempleado y menos aun el 28%. El discurso del Estado del Bienestar –ya está bien de tópicos- chirría por todas partes ante semejantes desigualdades sociales y económicas.
VIII. La autonomía y la crisis
El sistema de financiación de las Autonomías, que no es precisamente cartesiano, también contribuye a la sensación de vértigo en que se encuentra el “establishment” del país. Hay quién lo calificó de “sudoku”.
Cataluña –el nuevo President- se permite, con los tiempos que corren, exigir o reivindicar un Concierto Económico; recaudar los impuestos y ceder después una parte, a discutir, al Estado. Y eso, que con un eufemismo se denomina pacto fiscal, es un paso hacia la Confederación y la independencia; la denomina “transición nacional”. Mucha metáfora para un objetivo muy claro. Los pactos políticos de futuro a nivel estatal pueden entrar, con la crisis viva, en ese mercadeo con el soberanismo. Lo confederal puede estar encima de la mesa. Una nueva escalada de tensiones está aquí al lado. El Tribunal Constitucional, con independencia de que el proceso de decisión pueda tener miles de críticas, ha dado las pautas que le corresponden en la sentencia del Estatuto Catalán. Hay que respetar el sistema.
Se cuestiona desde distintos sectores, al amparo de la crisis, el Estado autonómico o federal -tiene ya 32 años- nacido de la Constitución de 1978. No existe relación de causalidad entre la organización territorial del Estado que marca la Constitución –casi todo positivo- y la crisis actual. Cierto es también que la política territorial ha sido nefasta.
Una cosa es la organización territorial del Estado y otra un pésimo sistema de financiación o el gasto desmesurado y sin rentabilidad en algunas Autonomías. Muchos Ayuntamientos están en quiebra técnica y no por eso se cuestiona lo municipal. Las entidades locales no han tenido disciplina presupuestaria y casi nadie se replantea el modelo.
El solapamiento y la duplicidad de competencias entre el Estado, las CCAA y las entidades locales tienen que terminar; es una auténtica sangría. Tarde o temprano, cuando ya está sobradamente detectado, se responderá a este problema y veremos en qué términos; la técnica de la respuesta tardía. En todo caso, la crítica a la organización autonómica va a acabar teniendo el mismo peso que cuestionar la división territorial por provincias de Javier de Burgos en 1833. Las múltiples instancias de las entidades locales son las que tienen que ajustarse al sistema autonómico. Éste tiene que controlarse y ser controlado.
Es cierto –son datos del Banco de España publicados el pasado 17 de diciembre- que la deuda de las CCAA ha superado el 10% del PIB por primera vez en 20 años y también es cierto que a finales de diciembre la agencia Moody´s ha revisado la nota de solvencia de España por la falta de control del Gobierno Central sobre el endeudamiento autonómico. “The New York Times” sostiene a 20 de diciembre de 2010 que es una exigencia de los inversores extranjeros la transparencia de las finanzas públicas de lo que denomina Gobiernos regionales.
Todo eso debería ser, con independencia del castigo de los mercados, objeto de multa electoral a cada Comunidad Autónoma o al propio Gobierno; también de pericia del Consejo de Política Fiscal o incluso del establecimiento de nuevos métodos de control financiero. La reforma del Senado –corren muy malos tiempos para plantearla- podría incluir instrumentos de control del déficit y la deuda de las CCAA. Alemania, sin ir más lejos, es federal. El discurso demagógico que achaca el déficit y el endeudamiento a la construcción de hospitales y colegios tiene que terminar; si no los pagan es por una equivocada cuestión de prioridades y una mala gestión. El problema no es el modelo, sino como está siendo gestionado.
Es un sofisma atacar la organización autonómica por la deuda, el déficit y su falta de disciplina y transparencia financiera. Habría que cuestionar también la existencia del Estado por la situación actual al borde de la insolvencia.
La agencia británica Moody´s sostiene, a finales de diciembre de 2010, que el modelo de financiación autonómico no es sostenible. Resulta obvio. Esa es la cuestión. Un plan global pasa por un sistema de financiación racional; hay que reformarlo.
IX. Fondo de estabilidad financiera y mecanismo permanente de rescate
La Eurozona, que componen los diecisiete países que han adoptado la moneda única, ha contribuido, con la crisis de la deuda soberana y los problemas de estabilidad del Euro, a que asomen las debilidades estructurales de nuestra economía.
Si nos convertimos en insolventes totales –básicamente al no poder pagar la deuda soberana- y fuera necesario ampararnos en el mecanismo de rescate creado ante la tormenta financiera de Mayo de 2010, la deuda y los intereses a pagar nos dejarían en el esqueleto y los inversores huirían de nuestro país. Nuestras grandes corporaciones que operan fuera perderían credibilidad. Las medidas de fondo vendrían por exigencia de los supervisores.
Si activamos el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que tiene una cuantía inicial de 750.000 millones, como han debido hacer Grecia e Irlanda, con nuestras magnitudes, entraríamos en barrena y estaríamos al borde del colapso, poniendo en cuestión la moneda, su estabilidad y la de la propia zona; una catástrofe. La desaparición del Euro –objetivo de muchos- estaría más cerca y España en el límite de la descomposición y la desintegración económica y social. La tormenta no tendría comparación con la ocurrida con griegos e irlandeses.
“Financial Times” sostiene a 27 de noviembre de 2010 que el rescate de España tendría un coste de 420.000 millones de Euros. Si eso es cierto, las medidas de política doméstica para pagar una ayuda financiera de semejante magnitud son inimaginables. Habría, además, una política de intervención. También seríamos un país supervisado. Un auténtico drama.
El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera es una red temporal de protección financiera, básicamente ante la insolvencia en el pago de deuda soberana y sus intereses, cuyos 750.000 millones se desglosan, sin entrar en matices, en 60.000 millones de la Comisión Europea (Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera), 250.000 millones del Fondo Monetario Internacional y 440.000 millones de miembros de la Eurozona (Facilidad Europea de Estabilidad Financiera). Se trata de la mayor operación financiera de la historia.
En un editorial de 11 de enero de 2011 “Financial Times” sugiere que ante la perspectiva de que los acreedores privados dejen de prestar dinero a España y no pueda financiarse en el mercado, con lo que debería acudir al rescate, nuestro país debe preventivamente acordar una línea de crédito alternativa con el FMI. En realidad, sostiene quien suscribe, lo que esta pidiendo el diario británico, es que se desarticule el Fondo Europeo de Estabilidad, dejando fuera el Mecanismo y la Facilidad, y que toda la operación financiera sea para el FMI y ello a título preventivo. En otras palabras, que España rompa la composición del Fondo y que actuemos desde dentro para desarmar el método de defensa establecido; que sea España la que acabe con el Euro. A veces ese diario propone ideas que no se le ocurren ni al que asó la manteca. El 12 de enero de 2011 “The Wall Street Journal”, en su edición europea, sostiene que la Unión Europea esta considerando aumentar el Fondo Europeo de Estabilidad, y que ello implica el reconocimiento de que sea necesario el rescate de España. El mismo día Christopher Pissarides, Nóbel de Economía 2010, declara que la cuantía del Fondo no es suficiente para rescatar a España. Hay que tener en cuenta que de los 440.000 millones de la Facilidad Europea únicamente están disponibles 225.000 millones, pues, a grandes rasgos, el resto opera como garantía de los bonos que se emitan. A finales de enero el Gobierno alemán declara que la cuantía del Fondo va a aumentar.
El fondo de estabilidad ha sido sustituido el 16 de diciembre de 2010, en la reunión del Consejo Europeo, por un mecanismo permanente de rescate, que puede ponerse en marcha en junio de 2013, si se ratifica por los 27 estados miembros de la UE, pues implica una modificación del Tratado de Lisboa. Ese mecanismo de estabilidad para los insolventes será establecido por los miembros de la UE cuya moneda es el Euro; los diecisiete. Hay que decir que la reforma del Tratado de Lisboa es un proceso largo y complicado, sin éxito garantizado.
X. España como país secundario. Sobre como nos ven. El euro
El crecimiento y las cifras de países de nuestro entorno, y no se trata de equipararse a Alemania, así como la menguante credibilidad económica y financiera de España, son un atisbo de que se ha iniciado un nuevo ciclo en el que volvemos a ser actores secundarios de la Europa Comunitaria. Las dos velocidades de la zona Euro son ciertas. Nos ubican en los PIIGS (iniciales en lengua inglesa de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España). La denominación, sobre todo fonéticamente, tiene segundas. También dicen que somos el club mediterráneo, con el añadido de Irlanda. Somos periféricos de la Eurozona y nuestra actual pareja de baile es Portugal. Aunque también, cuando nos califican como cuarta economía comunitaria, nos hacen un flaco favor en términos de política domestica y en muchas facetas de las finanzas comunitarias y de la economía global.
Periódicos influyentes y nada sospechosos, como“Le Monde” o “The New York Times” hace tiempo que han dejado claro, incluso por vía editorial, que España puede convertirse en un páramo sin expectativas. “The Wall Street Journal” tampoco se ha callado.
“Financial Times” es punto y aparte. Nos pone verdes y en algunos aspectos tiene razón. El poderoso diario británico –el más influyente del mundo en lo que se refiere a las finanzas- nos ha puesto en el punto de mira. Su pestaña, “Global Economy”, es para tentarse la ropa y tiene otra, denominada “Lex”, que no tiene desperdicio. No están en la Eurozona y hace meses que están lanzando ideas; quieren que caiga la moneda única y sostienen que no hay voluntad de salvar la moneda europea. No se trata de que conspiren; simplemente el Euro no les conviene y, a veces, los cargamos de razones.
El ataque masivo empezó en febrero pasado situándonos “en la cola de la Eurozona” (17 miembros desde el 1 de enero de 2011). La Vicepresidenta Económica se reunió –días después y es público- con los directores del diario. El discurso de que somos los más débiles y estresados de la Eurozona es constante en “Financial Times”. No es eso, no es eso. El 16 de diciembre de 2010 uno de sus directores sostiene, en el titular y en el contenido de su artículo, que nos encontramos en el camino y al borde del rescate. El 20 de diciembre su corresponsal en Madrid, bajo el título “La OCDE urge a España a liberalizar los mercados” cita fuentes para decir que, a corto plazo, no vamos a poder refinanciar nuestra deuda y vamos a tener que acudir al rescate y que la falta de competitividad y la excesiva dependencia del sector de la construcción durante mucho tiempo es una de las razones del 20 % de desempleo. En todo caso, el problema de la moneda es muy “british”. El patrón oro fue objeto de discusión en el Reino Unido durante un siglo.
“Le Monde” no llega a tanto; en absoluto. El día 6 de diciembre señala que los inversores dudan de la capacidad de España para sanear sus finanzas y relanzar su economía. En un análisis editorial de la edición del pasado 11 de diciembre de 2010 considera que las posibilidades de que la crisis de la deuda soberana se propague a España y Portugal se han incrementado. Ese es el orden de los países en peligro, según ellos. Establece analogías entre los años 30, con la situación posterior al crac del 29, “la gran depresión” y la crisis actual, que se denomina, en múltiples foros, como “la gran recesión”. El 15 de diciembre de 2010 señala que las autoridades Europeas creen posible la necesidad de un rescate de España. El 16 de diciembre de 2010 España vendió (adjudicó) deuda soberana (obligaciones) al interés mas alto desde 1997. Sobran las palabras. El pago de la deuda y los intereses van a hipotecar la salida de la crisis. Si llega un momento en que no nos podemos autofinanciar y debemos acudir al rescate el batacazo sería histórico.
Paul Krugman, premio Nóbel de Economía 2008, ha publicado un artículo en “The New York Times” el 28 de noviembre de 2010, edición digital, con el título en portada “El prisionero Español”, que ha tenido un gran impacto. Sostiene que nuestro país tiene “perspectivas económicas muy pobres para los próximos años” y señala las bondades de la salida del Euro; enfatiza que todos los problemas actuales de la deuda, con ataques de los especuladores, son por culpa del Euro. Esperemos que todo quede en la “boutade” de un Nóbel, que tiene una influencia inmensa. Se le supone liberal –demócrata- como antítesis de conservador o republicano. No puedo obviar que también publicó un artículo en “The Wall Street Journal” en el que sostiene que el problema de la Eurozona es la arrogancia de las elites políticas, que obligaron a Europa a adoptar una moneda única mucho antes de que el continente estuviera preparado para un experimento de ese tipo. El día 12 de enero de 2011 Christopher Pissarides, Nóbel de Economía 2010, plantea la posibilidad de que en una situación grave de colapso de España ésta vuelva temporalmente a la peseta.
“The New York Times”, en un artículo publicado el 11 de enero de 2011, sostiene que el Jefe de los Economistas del BCE, Mr. Otmar Issing, que es uno de los arquitectos de la moneda europea, es pesimista sobre el futuro del Euro. Lo cierto es que esa posición, a tenor del contenido de dicho artículo del diario estadounidense, era conocida desde noviembre de 2010, cuando fue formulada y se hizo pública por Mr. Issing en un periódico alemán. Saturno devora a sus hijos.
En todo caso el debate de la moneda, en general, existe en la Eurozona y “Le Monde”, en su edición de 18 de diciembre pasado, publicaba dos artículos, completamente opuestos, sobre recuperar la moneda nacional francesa o permanecer en el Euro. Alemania no es ajena a esa dicotomía.
XI. Crisis con burbuja previa
El crac económico y el crash bursátil –constatada la burbuja inmobiliaria antes de su estallido- y estoy hablando de los principios de la crisis, no afectó al Gobierno español, que no hizo movimiento alguno durante largo tiempo. Pero no se puede negar que una crisis con burbuja previa está elevada al cuadrado. Las crisis son cíclicas, pero la actual, en España, con sus problemas añadidos, es gravísima.
El factor construcción, por sí sólo, ha anudado morosidad, caída del consumo, problemas en el sector financiero, desempleo y desaparición de tejido empresarial. Una de cada tres constructoras o promotoras ha sido declarada en concurso necesario o voluntario, la industria auxiliar también ha pagado la cuenta y el ladrillo sigue sin valorarse en sus justos términos. No se ha actuado ante la caída de valor de los activos inmobiliarios y el sector de la vivienda está bajo mínimos; deberíamos conocer, exactamente, los activos inmobiliarios en poder de cada uno de los bancos y Cajas, que distorsionan el sector y que según el Banco de España, en informe de finales de diciembre, ascienden a 181.000 millones de Euros; eso también es transparencia. Han desaparecido en torno a 150.000 sociedades, aunque las grandes constructoras y promotoras han sobrevivido.
XII. Deuda soberana
Los especuladores financieros, tan crueles y a la vez espejo diáfano, también nos han retratado; prestar dinero a España se considera muy arriesgado. El riesgo país o lo que España paga por su deuda en relación a lo que paga Alemania, es enorme. El denominado “spread” o diferencial entre la rentabilidad del bono alemán a 10 años y la del bono español en el mismo plazo nos ha puesto en el disparadero. El sobreprecio que pagamos es cada vez mayor. Pasan los meses y cada vez nos financiamos a precios menos razonables. La deuda nos puede asfixiar.
El pánico de algunos sectores es evidente, pero también hay razones estructurales; somos pieza a devorar. Los mercados no son ciegos; tiene que existir alguna razón para que las posiciones cortas ganen tanto dinero a costa de la maltrecha salud financiera de nuestro país. Si los inversores piden más rentabilidad por prestar al Gobierno español quiere decir que perciben más riesgo y no se fían, aunque su voracidad no tiene límites. En este sentido, se dice que la prima de riesgo es un indicador del riesgo país. Resulta bastante común que estos dos términos se usen indistintamente.
Nuestra tasa de crecimiento del producto interior bruto y el paro estructural y desorbitado son los denominados “fundamentales” que más pesan en la desconfianza de los mercados.
Las notas de solvencia (rating) de las Agencias de calificación de deuda -básicamente Standar´s and Poors, Fitch y Moody´s- son variables o factores para que los inversores compren deuda soberana. También ahí existe mucho poder en la actual “gran recesión”.
El rescate de España es sin duda una especulación, pero está en el mercado, goza de apoyos, puede ocurrir y tiene, como simple hipótesis y aunque nunca tenga lugar, un coste incalculable para nuestras cuentas.
XIII. Sobre privatizaciones
Las recientes privatizaciones, de escaso calado, son para pagar deuda generada por la alegría presupuestaria de los últimos años y por la imprevisión, primero ante la crisis y después ante los ataques de los especuladores. El ritmo de los ajustes, en buena medida, lo marcan ellos, que son los inversores a corto.
Se ha privatizado parte de dos entidades públicas -los gestores aeroportuarios y de Loterías y Apuestas del Estado- para reducir la deuda soberana y no porque se piense en mejorar la gestión; cierto es también que los entes se transforman en sociedades, con mayoría de capital público (51 % en aeropuertos y 70 % en el azar) y en régimen de concesión, es decir, no se introduce competencia.
Esta privatización parcial y selectiva no se puede calificar de medida liberalizadora de la actividad económica; es privatizar con el objetivo de pagar deuda soberana y además es monopolística. Liberalizar los mercados, que debe ser el objetivo según el reciente informe de diciembre de 2010 de la OCDE sobre España, no tiene nada que ver con esa operación.
Un apéndice del todo subjetivo, pero que tiene mucho que ver con lo que está ocurriendo; privatizar, en sí mismo, desde mi punto de vista, no es bueno ni malo. Depende del sector al que afecte, como se haga, cuando y, también su causa. Puede ser un sector o parte de él. Puede privatizarse la gestión y/o la actividad. El capital público puede estar en mayoría, en minoría o simplemente dejar de estar. Por el contrario, los índices de paro en los que nos estamos moviendo en el país y en Andalucía, son malos intrínsecamente, sin matices. Se trata de poner sobre la mesa el patrón de crecimiento y crear las condiciones para la entrada de una nueva era con un proyecto de futuro.
XIV. El banco central europeo y españa. Los bonos. Los eurobonos
El Banco Central Europeo tiene mucho que decir ante un posible rescate de España y también ante los ataques a sus bonos; no puede ser ajeno al saneamiento de deuda pública española, con o sin rescate.
La construcción de Europa demanda que el BCE actúe ante los ataques a las emisiones de deuda pública soberana, entre otras cosas, comprando bonos de un país de la zona Euro cuando tiene semejante tamaño, paga esa prima de riesgo, los mercados lo acosan, se encuentra al borde de la insolvencia y su situación financiera puede ser el principio del fin de la zona Euro. Cuando hay tensiones financieras la entrada en el mercado del BCE las relaja. En el mercado de deuda pública no se sabe quién es el comprador final. Lo cierto es que los inversores actúan a corto plazo y venden los valores negociables si creen que los próximos días van a traer noticias negativas; recompran después a un precio más barato. Por tanto, la prima de riesgo refleja las previsiones a corto plazo que los inversores tienen sobre nuestras finanzas. La cuestión es que los mercados indican como nos ven desde fuera. Nos hemos convertido en sospechosos habituales.
Resulta difícil entender que la estrategia del BCE consista en la compra de bonos de Portugal, Irlanda y Grecia –periféricos de la periferia- dejando prácticamente fuera a nuestro país. Y más aún cuando el dieciséis de diciembre de 2010 se ha anunciado que el BCE aumenta su capital social hasta 10.760 millones de Euros, doblando prácticamente el anterior.
Se supone que la razón para no comprar deuda española es que aumenta las dudas sobre nuestra solvencia. Eso no es argumento cuando la hipótesis es que la compra de deuda por el BCE castiga a los inversores que se posicionan en corto; que sancione también a los que se ceban en nuestra deuda. Pienso, por sentido común y además es opinión generalizada, que la cuestión es que los portugueses serían los próximos a rescatar. En este sentido, la última sacudida ha tenido lugar el 7 de enero de 2011; la prima de riesgo de Portugal se dispara –también la de España- y aumentan las especulaciones sobre la posibilidad de rescate de los lusos ante sus necesidades de financiación. El 10 de enero siguiente el BCE, según el diario “El País”, compra abundante deuda pública de España y Portugal y se generaliza el rumor, en los medios de información más influyentes, sobre un rescate de Portugal. El mismo día “El Mundo” asegura que la deuda adquirida por el Banco emisor es portuguesa. En todo caso, el posible contagio de Portugal a España casi nadie lo pone en duda. El mismo día “The New York Times”, en su pestaña business, cita fuentes para decir que Portugal está más cerca del rescate. “Financial Times” también sostiene que la compra de bonos ha sido portuguesa. Insisto que en el mercado de deuda soberana no se sabe quién es el comprador final. Si no hay declaración más o menos oficial de los organismos o los países, todo son rumores de los operadores o los diarios.
España rescatada, con sus magnitudes, pone en el alambre al Euro; muchos sostienen que sería desarmarlo. Primera página de los principales diarios del mundo durante una temporada y también de los informativos. Hay sectores que opinan que hay una estrategia por escalas. Irlanda y Grecia, están en el Fondo de Rescate; Portugal en camino. España puede ser el capítulo final. El sistema monetario estaría en peligro.
Las turbulencias, la crisis de la deuda y los problemas de los bonos soberanos, han dado lugar a que el BCE entrara en la compra de bonos desde la crisis griega y su tragedia. Los rescates que han tenido lugar y la crisis actual de deuda, han puesto sobre la mesa la posible emisión de Eurobonos por el BCE y la creación de una Agencia Europea de Deuda. Se trataría de llegar al dibujo de la Reserva Federal USA. Pero se ha encontrado con la oposición de Alemania y Francia, que en el Consejo Europeo de 17 de diciembre pasado se han negado. Además se habría de modificar el Tratado de Lisboa, aunque eso no ha sido óbice para la creación del mecanismo de rescate permanente.
En todo caso ahora se trata de un planteamiento de futuro –como también lo es un Fondo Monetario Europeo- que podría contribuir a la estabilidad de la moneda y la zona Euro y que algunos consideran beneficiaría a España. Leo en alguna prensa nacional de 5 de enero de 2011 que la Comisión Europea ha lanzado la primera emisión de Eurobonos por un importe de 5.000 millones como ayuda a Irlanda. Eso no son Eurobonos; éstos los emitiría el BCE. Se trata de parte de la ayuda de la Comisión Europea en el rescate de ese país a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, que tiene un total de 60.000 millones; en otras palabras, de parte de la aportación de dicho organismo comunitario, mediante la emisión de bonos, en el Fondo Europeo de Estabilidad.
Los Estatutos del Sistema Europeo de Bancos Centrales y del Banco Central Europeo no impiden al BCE la compra masiva de deuda cuando se trata de la supervivencia del Euro y en situaciones límite y, además, no existe ningún mandato en contrario; el de estabilidad de los precios es abstracto. Lo cierto es que el BCE goza del principio de independencia respecto a los gobiernos nacionales, las instituciones y organismos comunitarios y las Instituciones en general (ex art. 7 de los Estatutos y disposiciones concordantes). Cuanto poder en las circunstancias actuales.
XV. La crisis y las entidades financieras
Las entidades financieras juegan un papel muy importante en la crisis. La morosidad y las pérdidas del factor inmobiliario pesan como una losa. La gran banca –dicen muchos- es más solvente, tiene mucha inversión externa y el negocio diversificado –dicen que demasiado- aunque también muchas dudas e incertidumbres y una cartera inmobiliaria inflada importante, pero el lastre de la mala gestión ante el mapa de las Cajas de ahorro, pesa y mucho, en la falta de credibilidad y confianza en el sistema financiero.
Hay que destacar que el Grupo Santander y BBVA tienen activos inmobiliarios deteriorados y mucha deuda soberana y del sector privado. Además son entidades sistémicas, es decir, pueden contagiar a las demás entidades financieras debido a su enorme tamaño.
La Agencia de calificación crediticia Moody´s, británica, en el análisis hecho público el 13 de diciembre de 2010, augura que la banca tendrá pérdidas en los próximos meses en torno a 176.000 millones y que muchas entidades deberán solicitar capital y acudir al FROB. El banco de inversión suizo UBS en informe hecho pùblico el mismo día cifra las necesidades adicionales de la banca entre 70.000 y 120.000 millones.
Los activos inmobiliarios de las entidades financieras son 181.000 millones, según el Banco de España a finales de diciembre. Como se mueva esta magnitud es de capital importancia para el sector financiero y para el sector inmobiliario y puede condicionar la política económica del país y su solvencia.
El desenladrillamiento de la banca es una urgencia del sistema, tiene demasiadas posiciones inmobiliarias; el ajuste de estos activos tóxicos a precios de mercado es una exigencia reciente, de septiembre de 2010, y tardía, del Banco de España, que los ha presionado mediante obligaciones (provisiones) que afectan a su contabilidad y sus balances; se trata de que asuman las pérdidas por el deterioro de la calidad de estos activos.
La deuda soberana española en manos de las entidades financieras del país, asciende a finales de 2010, según el Banco de España, a 191.671 millones de Euros y el 48 % está en manos de Santander y BBVA. A esa cantidad hay que añadir la deuda sindicada del mes de enero de 2011, que es deuda pública colocada por el Tesoro a los dos grandes bancos –entre otros- de forma pactada el pasado día 17, a un interés record del 5´5 % (una prima de riesgo más cara que la del mercado), y a la que se supone que los bancos han dado salida entre sus clientes. En el sistema bancario están muchas claves. Las cifras son de vértigo. La banca española también está muy expuesta a la deuda soberana de Portugal –tiene mucha- y un posible rescate del país puede tener un efecto dominó sobre España. En concreto tiene una exposición de 73.400 millones.
“The New York Times”, en un largo articulo publicado el 18 de diciembre de 2010, califica a España de cuarta economía de Europa y señala que los activos inmobiliarios de la banca española pueden implicar su insolvencia y ello podría empujar también a la del Gobierno e incluso implicar el fracaso del Euro. La banca es tenedora de mucha deuda soberana (letras del Tesoro, bonos y obligaciones del Estado) y también privada. Aunque la base para fijar la evolución de la deuda pública es el bono a diez años.
El FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) es otro instrumento de ayuda pública surgido de la crisis –lo pagamos todos- y tiene mucha capacidad para endeudarse, con 99.000 millones de euros; sus inyecciones deben ser devueltas a un tipo de interés en torno a un 7´75 %. A finales de enero de 2011 se han utilizado 11.000 millones de Euros.
Las dudas sobre la solvencia financiera, y también sobre la liquidez, se residencian sobre todo en las Cajas de Ahorro. Hay quien sostiene, desde USA, que algunas quiebras en ese sector lo harían más sólido; menuda contradicción. El proceso de concentración de las Cajas ha sido lentísimo cuando es el que puede evitar las insolvencias. El 18 de diciembre de 2010 “Financial Times” señala que el problema de nuestro Sistema Financiero radica en las Cajas.
Las opciones de futuro de las Cajas de Ahorro son, según el vigente Real Decreto-ley 11/2010, de 9 de julio, la cesión de su negocio financiero o crediticio a un banco y el SIP (Sistema Institucional de Protección) que permite compartir liquidez y riesgo de crédito entre entidades de ahorro, y que es un acuerdo contractual con un periodo mínimo de permanencia de diez años. Además no hay ninguna norma de derecho necesario que establezca la estructura jurídica que debe conformar un SIP. Si no hay fusión que haya integración financiera; la denominada fusión fría o virtual.
Ese marco ha sido modificado, con una nueva vuelta de tuerca, tras el anuncio de 24 de enero de 2011, del Plan del Gobierno para el reforzamiento del sector financiero, dirigido a todas las entidades pero con el objetivo claro y básico de las Cajas, que exige un refuerzo de los requisitos de solvencia con un mínimo de capital básico (ratio de solvencia de un 8 %, el denominado “core capital”, mediante su recapitalización) con referencia a los activos ponderados por riesgo a 31 de diciembre de 2010. Si en septiembre de 2011 la recapitalización no ha cumplido esos objetivos, el FROB podrá adquirir acciones de las cajas (también de los bancos, pero, salvo alguna excepción no parece el caso) que mantendrá en su poder durante un máximo de 5 años. Ello implica que las Cajas se transformen en bancos si no alcanzan ese mínimo y no consiguen captar capital privado. Eso implicaría una nacionalización parcial, pues las acciones adquiridas tendrán los correspondientes derechos políticos del Estado. Según la Vicepresidenta Económica las necesidades de capitalización adicional no superarán los 20.000 millones y espera que se capte con inversores privados. Dicen que es muy optimista. La norma reguladora, afirman, se publicará en febrero de 2011.
En todo caso, el funcionamiento de la gestión de alto nivel de las Cajas ha sido muy lento; hay muchos intereses políticos espurios, no sólo financieros.
El sistema andaluz anda en las mismas, aunque el asunto Cajasur ha sido representativo y un síntoma; la entidad, con ingentes pérdidas ocultas, ha salido de nuestro sistema, antes de ser descubierto el agujero, para integrarse en el del País Vasco; es posible que la negligencia acabe siendo un buen negocio a corto plazo para Andalucía; pero a lo que hay que estar es al final del asunto y a las cuentas del Estado. El grupo vasco BBK es solvente, pero en enero de 2011 Moody´s ha bajado su calificación precisamente por esa operación, que considera ha debilitado su fortaleza financiera. La mala praxis financiera de la Junta de Andalucía y de la Iglesia queda ahí.
El SIP de Cajasol -cuyos últimos números también han sorprendido muy negativamente- con Banca Cívica, en curso y casi finalizado, hay que intentar verlo en positivo. Unicaja, una y otra vez, queda fuera del proceso de concentración. Dentro o fuera del sistema financiero andaluz eso es inadmisible para el interés general.
XVI. Sobre un plan global de fiscalidad. La simplificación administrativa
Un plan global de fiscalidad y de largo alcance ante la crisis es necesario. Las soluciones fiscales básicas, en los sucesivos paquetes de medidas para frenar el déficit público y reactivar la economía –previa recomendación del amigo americano y seria advertencia del los países que impulsan la Europa comunitaria y la zona Euro- han sido, en primer lugar, la subida del IVA, de libro ante la desidia anterior y que castiga el consumo; posteriormente, rebajas fiscales tenues, en síntesis más tipo impositivo reducido a las empresas (el 25 % alcanza a las sociedades con un volumen de negocio inferior a 300.000 Euros) y ampliación de la libertad de amortización fiscal para nuevas inversiones hasta 2015. No existe un plan para el sistema fiscal en conjunto. La consolidación fiscal no existe.
La rebaja fiscal para pymes (el 90 % de las empresas) puede ayudar, pero es parcial porque no afecta a la ampliación del tamaño de las mismas, y esto último puede mejorar la competitividad; la libertad de amortización, en principio positiva, no es buena “per se” y puede tener un efecto perverso, pues va a engordar el déficit, pero sin duda es política a medio plazo. La subida de los impuestos especiales –el tabaco y es la segunda- tiene poco que discutir.
La simplificación de trámites para constituir empresas es una buena noticia del último paquete, pero una verdadera simplificación administrativa no existe; hace mucho tiempo que hay que reducir la burocracia y las cargas a los empresarios. La cuestión no es baladí; en su edición de 20 de diciembre “Financial Times” sostiene que es una exigencia de los inversores extranjeros y un editorial de “The Wall Street Journal” de 29 de noviembre de 2010 ataca las trabas administrativas que impiden el crecimiento de España.
XVII. La ayuda a los parados de larga duración y sin prestación
La hipotética pérdida de las ayudas a los parados de larga duración y sin prestación, otra medida del último paquete, merece, por ser ilustrativa, unos cuantos párrafos. Una falsa medida de austeridad para racionalizar y contener el gasto público que ha socavado la solidaridad y el respeto a la dignidad de la persona. Que no me cuenten la milonga de calmar a los mercados y mandar señales. Ha sido una lamentable operación de maquillaje que me repele y una cortina de humo. La operación de imagen de austeridad debería haber ido por otros derroteros. Alguien debería leer “Las uvas de la ira”. “Financial Times”, con un artículo de su corresponsal en Madrid, de 3 de diciembre de 2010, titulado “España busca impresionar con la austeridad”, acertó de pleno, pues señalaba que entre esas medidas estaba la abolición de la ayuda.
En un principio se lanza el mensaje de que con esta “medida de austeridad” van a ahorrar en torno a 500 millones al no prorrogar seis meses más la prestación. Mas tarde dicen que los van a reenviar a los salarios de inserción de las CCAA y van a formar parte de sus políticas activas de empleo. Ocurrencia total. La cosa tiene miga. Con esta medida, arreglada la disciplina fiscal y presupuestaria. Adiós al déficit, con esto cumplen el objetivo de reducirlo. Es un asunto muy elegante, “o sea” es para no anclarlos en el subsidio. Como decía Marx (Groucho) la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.
El día 6 de diciembre de 2010 leo y en Boletín, que el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio concederá ayudas de 466 millones de euros a los sectores estratégicos industriales, al automóvil y al sector aeroespacial durante el año 2011. Igual sostienen que la opción, ante el problema del los desempleados sin prestación, era esa; pienso en el momento. La restructuración de Banca Cívica, por ponerles un ejemplo, va a costar más de 1000 millones al FROB.
La Secretaria de Estado de Empleo, el 14 de diciembre de 2010, en una comparecencia en el Congreso, anuncia que la ayuda va a continuar, pero que los que la perciban tendrán que acceder a un proceso de formación, que también existía antes. De esta manera, a partir del 15 de febrero de 2011, la ayuda continúa pero se reduce en 76 Euros, y las rentas de los que la perciban no podrán ser superiores al 75 % del salario mínimo. Además durará, dicen, mientras no se agoten los fondos. Pero, en síntesis, eso es una idea errática e ilustrativa del caos que se ha instalado en la gestión de la crisis. También una campaña de imagen de austeridad impresentable, que ha jugado con la angustia de muchas familias y ha puesto en primer plano las miserias de cierta política. Entre otras cosas, eso es lo que castigan los inversores y las Agencias y lo que motiva el disgusto del núcleo de la UE.
XVIII. Reforma laboral y reforma de las pensiones
La reforma laboral de septiembre de 2010 –iniciada ante un hedor insoportable- ha quedado en un amago por sus contenidos y por el deseo de contentar a todos. La seguridad en el empleo y el paro estructural son una dualidad y en la dicotomía estabilidad-flexibilidad debe ceder la rigidez ante la creación de empleo. La flexibilidad hay que asumirla ante índices de paro de este calibre y debe llegar a la estructura de la negociación colectiva.
La contracción del empleo –los niveles a que hemos llegado- ha tenido también que ver con la rigidez. El informe anual de la OCDE sobre España, publicado el 20 de diciembre, es muy ilustrativo sobre el mercado de trabajo y seguro que va a tener respuesta en la próxima reforma de la reforma. Un editorial de “The Wall Street Journal” de 29 de noviembre de 2010 sostiene que España debe liberalizar el mercado laboral para poder crecer y crear empleo.
La Ley 35/2010, de 17 de septiembre, de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo, augura una pronta salida de la recesión y se refiere al crecimiento del empleo. Dice ser un reflejo de Economía sostenible y una mejoría del Estado del Bienestar. Parece del siglo pasado. Es un fósil. Trata de perfiles y poco tiene que ver con una reforma estructural.
La creación de empleo y la reducción del desempleo nunca ha sido un objetivo de las políticas de los últimos años y recuerdo que los sindicatos han estado callados. Esta reforma del mercado de trabajo no va a suponer nada para la estructura del mercado laboral. La contratación indefinida se ha articulado una vez más. Las medidas para favorecer a los desempleados y las agencias privadas de colocación ya han tenido respuesta. Estas últimas son un reflejo de las Directivas comunitarias. Habrá reforma de la reforma. Es un ejemplo de la tardanza a la hora de tomar decisiones y además equivocadas. Menos rigidez y más empleo; ya está bien de hacerle el caldo gordo a los sindicatos; tengo el convencimiento de que se equivocan en lo que conviene para el crecimiento del empleo.
La reforma de las pensiones va a ser un test y no parece que vaya a poner fin al pacto de Toledo -que en realidad es la Comisión parlamentaria no permanente que se ocupa del sistema de pensiones- en el sentido de un cierto consenso sobre la sostenibilidad y el equilibrio del sistema. El aumento de la edad de jubilación parece inevitable y es el nudo gordiano del asunto junto con el periodo de cálculo de las pensiones.
La reforma laboral y la de las pensiones van a ser uno de los debates del principio del ejercicio económico de 2011. Sobre ambas se ha manifestado con profusión el informe anual de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) de finales de diciembre de 2010.
La primera reforma del mercado de trabajo ha sido poco más que un brindis al sol. Tiene contrarreforma o mejor “reforma de la reforma”. Las pensiones tocan muchas sensibilidades. Los modelos que van a estar encima de la mesa son evidentes. Puede haber huelgas.
XIX. La sanidad y la educación
La solución, sostenemos casi todos, no pasa por castigar los números de la sanidad o la educación. El informe PISA (programa internacional para la evaluación de estudiantes) de la OCDE, difundido el 7 de diciembre de 2010, al que me he referido en el inciso sobre Andalucía, es muy duro con nuestro sistema educativo. La sanidad debe ser un pilar del estado del bienestar, cuya gestión debe mejorarse. Estos servicios públicos, junto a los índices de paro, reflejan en gran medida la sociedad.
El modelo sanitario dicen que tiene dos opciones; que cada uno explique el suyo, dejando claro cada cual su posición sobre la sostenibilidad de la financiación del sistema sanitario, que es el verdadero problema. Acabo de pedir la luna. El copago circula como solución en la UE y en nuestro país “sotto voce”, aunque nadie lo admita, excepto el Gobierno Catalán, partidario de extenderlo a todas las CCAA. Creo que rompería los cimientos del sistema. Deberían buscar en otro lado. La participación del sector privado en la sanidad pública es el otro elemento básico de debate.
XX. Conclusiones
El panorama es desolador –me he limitado a los hechos- porque la crisis está siendo mal gestionada y, lo que es peor, no se articularon en su momento y no se han arbitrado ante la depresión económica –tampoco antes de ella- soluciones multipolares y de futuro para la regeneración, supervivencia y estabilización del sistema, creando un modelo de crecimiento alternativo con el objetivo, sobre todo, de crear empleo. Qué decirles a este respecto de Andalucía; está más hundida que nunca.
En España no existe recuperación, aunque a estas alturas no exista recesión, que en pocas palabras, son tres trimestres consecutivos con crecimiento (PIB) negativo. Andalucía tampoco está técnicamente en recesión. Pero queda muy claro que la creación de infraestructuras y la red de AVE, los fondos comunitarios, las subvenciones y tantas otras cosas que hemos obtenido o recibido en los últimos veinte años no han servido para sacar a nuestra tierra del atasco y del atraso. La crisis nos ha puesto en evidencia debido a las circunstancias subyacentes.
La economía sigue estancada en 2010 cerrado el tercer trimestre; los datos que manejo son del Instituto de Estadística de Andalucía y del Instituto Nacional de Estadística. En Andalucía el PIB se contrajo y ha descendido quedando la tasa interanual en un -0,2 %, con una contracción en dicho trimestre del – 0,1. En España, la tasa interanual ha sido + 0,2 % con un crecimiento 0 en el tercer trimestre. Alemania se ha disparado con un incremento del 3,6 %. Han leído bien. La única culpa de los alemanes es sacarnos casi tres puntos y medio en el PIB. Francia ha subido 1´6 puntos. Portugal va a bajar en torno al 1´3 %. Nuestro vecino está en el límite de la insolvencia y en recesión. El crecimiento en la Eurozona ha quedado en torno al 1,7 % y el británico, que no se mueve en la moneda única, ha ido por 1´8. Con ese diferencial y la misma dinámica en 2011, instalados definitivamente en la crisis.
La tasa de crecimiento de 2010 tiene mucho que ver con el modelo estructural existente, con la tardanza en la toma de decisiones, con el ritmo de las reformas y con la inexistencia de un plan global de choque ante semejante momento histórico. El núcleo de la Eurozona crece, la UE también, mientras España y sobre todo Andalucía se contraen en sentido amplio. Esto es un análisis empírico; en estos asuntos no se trata de dar la fórmula del oxígeno.
La situación es ésta. Ponerla de manifiesto es ser constructivo. Y un nuevo problema empieza a asomar, con la excepción de Grecia, nuestra inflación, que se ha ubicado en el 3 %, es la más alta de la Eurozona en 2010.
La sintonía con el núcleo de la Eurozona es fundamental para un proyecto de futuro. París y Berlín empiezan a ser una pareja en este asunto, son los grandes tenedores –su banca- de deuda pública europea y son los que dictan la política de la Eurozona. Tiene que haber un “quid pro quo” con franceses y alemanes. Estamos al borde del abismo y con la crisis económica más grave de la democracia.
Es necesario un plan global, no valen los apaños ni sucesivos “ajustes finos”. Deberían impulsar tanto las medidas antirescate, como las estructurales y de fondo. Se necesita un modelo de crecimiento nuevo sin grandes desequilibrios y con alternativas. Los paquetes sucesivos de medidas son pura dinámica y respuestas; no se trata de cuestiones de estrategia. Ahora se trata de esperar a los paquetes de medidas de 2011.
Tenemos que desarrollar un modelo productivo que nos aproxime, aunque sea de lejos, a los índices de desempleo de Portugal, Grecia o Irlanda; resulta ineludible para disminuir los desequilibrios sociales y económicos. El objetivo de un PIB con un crecimiento análogo al de la Eurozona –también al de Gran Bretaña o Francia- tiene que ser el vector de las reformas estructurales. Lo contrario, nos empuja hacia la nada. El crecimiento y el empleo en esos términos significarían el fin de dos de nuestros grandes desequilibrios estructurales; el otro es el territorial.
No podemos consolidarnos como país periférico, de segunda velocidad e instalado en la crisis, iniciando un nuevo ciclo decadente con las variables de la crisis constantes y a medio plazo. También hay que asumir, mientras Andalucía se derrumba, que somos cada vez menos influyentes y estamos acercándonos al furgón de cola de muchos índices económicos y sociales de la Unión Europea y de la Eurozona.