Comisión de Relaciones Internacionales Nº 175
UIA Sevilla 2009: una oportunidad y un reto. Alfonso Martínez del Hoyo Presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla. Coordinador General del 53º Congreso
El 53º Congreso de la Unión Internacional de Abogados será acogido por la histórica y muy hospitalaria ciudad de Sevilla, capital de Andalucía, entre el 27 y el 31 de octubre de 2009. Sea, pues, lo primero, en nombre del Decano y los aproximadamente seis mil miembros del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla, abrir los brazos y animar a la gran familia UIA a visitarnos, anticipando desde ahora la más calurosa bienvenida a todos quienes, desde cualquier procedencia, decidan acompañarnos.
No es casual sino, muy al contrario, significativamente asumido desde un inicio por la organización, el que este 53º Congreso, en que naturalmente serán abordados múltiples temas jurídicos y profesionales de alta relevancia e interés, sin embargo naciera bajo el lema “Sevilla, encuentro entre Culturas”; como no es casual, tampoco, que “Mundialización, Tolerancia y Derecho” se consagrase como uno de los grandes bloques temáticos sobre los que, de modo singular, científicamente girará el evento; del mismo modo, no es ni se explica sólo al impulso obvio de la afinidad histórica y la identidad idiomática que se haya hecho un especial esfuerzo de convocatoria, e ilusionadísimamente esperemos una importante afluencia de compañeros iberoamericanos; y, desde luego, no obedece sólo al feliz azar que depara la vecindad geográfica el que, acertadísimamente, se haya programado y durante nuestro Congreso vaya a tener lugar el primer Foro Africano, al que confiamos, con igual ilusión, concurran un número importante de colegas no sólo del Magreb, sino también del África subsahariana.
Tras las decisiones que han llevado a dotar y simbolizar así el Congreso, no hay, es obvio, un aprovechamiento oportunista de la circunstancia histórica de Sevilla, vetustísima urbe cuna de emperadores romanos pero, ante todo –y más de tres mil años nos contemplan- crisol de civilizaciones: desde la tartésica a la cristiana, pasando por la romana, la visigoda, la judía y la musulmana; ni se ha pretendido ventajistamente evocar –aun cuando resulte inevitable y hasta muy saludable espejo en que intentar mirarse- una hoy mítica convivencia pacífica entre miembros de las tres grandes religiones del Libro, históricos habitantes de la ciudad; ni se han querido, en fin, buscar fáciles simpatías institucionales en una ciudad que, tratando de cohonestar cabalmente su pasado, presente y futuro, a través de la “Fundación Tres Culturas” promueve de manera decidida el conocimiento y la relación pacífica entre los distintos individuos, pueblos y religiones.
La razón última de aquellas opciones –así lo he podido sentir a lo largo de las muchas sesiones de trabajo del comité organizador de Congreso-, es mucho más sencilla que todo lo anterior, y basta para entenderlo una mirada mínimamente crítica a cuanto sucede a nuestro alrededor en un mundo en el cual, a pesar de la lucha permanente de la humanidad por lograr mejores condiciones de vida, por acceder al desarrollo en condiciones de igualdad, libertad y seguridad, por desterrar la discriminación racial, étnica y cultural; a pesar de las grandes transformaciones, de los grandes avances científico-tecnológicos; a pesar de la permanente evolución de los sistemas económicos y de la doctrina del Derecho; a pesar de todo ello, la realidad es que a día de hoy no ha sido posible erradicar la pobreza extrema, la opresión, la explotación, la discriminación y las prácticas que atentan contra la vida, las libertades, la seguridad y la integridad individual y colectiva.
Esa oprobiosa realidad, desgraciadamente constatable con carácter general como signo de los tiempos –recién conmemorado el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, su clave de bóveda [Art. 1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…”] suena y resuena como el eco de un anhelo inalcanzable-, se agudiza a extremos imponentes en el momento presente, cuando la recesión económica global, por desgracia y en directa relación de causa-efecto, deviene en una auténtica crisis de derechos humanos a nivel planetario.
La cruda realidad es que las personas que viven en la pobreza son ignoradas y oprimidas, y sufren la inseguridad en todas sus formas, desde el hambre hasta la brutalidad policial, desde la falta de asistencia sanitaria hasta la imposibilidad de acceder a la educación y el empleo. Y la actual crisis económica global amenaza con conducir a más gente a la pobreza y convertirla en blanco de más y más violaciones de derechos básicos. El despido de cientos de miles de trabajadores migrantes reduce drásticamente las remesas de divisas, fundamental fuente de ingresos en países del llamado tercer mundo, con graves consecuencias internas en forma de disminución de fondos destinados a bienes y servicios básicos.
Se contrae el mercado de trabajo, pero sigue aumentando la presión migratoria. Se calcula en casi setenta mil el número de personas que emprendieron una muy peligrosa travesía hasta España por el Mediterráneo, y no se sabe cuántas murieron en el trayecto. La solución-blindaje de la UE ha venido siendo someter a encierro a quienes consiguen llegar, mezclando “ilegales” con “refugiados” –a los que en la práctica se dificulta hasta el extremo la solicitud de asilo- hasta culminar la expulsión administrativa; pero, visto el obstáculo que para esta clase de sórdida actuación ha venido suponiendo el incómodo empeño de ciertos periodistas, operadores jurídicos o activistas de derechos humanos, así como el “problema político” en que los ilegales se convierten ante una opinión pública azuzada por partidos de ideología extrema, el más reciente y sofisticado remedio ‘legal’ consiste en suscribir acuerdos bilaterales –o actuar por vía de acuerdo tácito- con terceros países, signantes o no de la Convención de Ginebra (que obliga a no devolver los refugiados “a aquellos territorios donde su vida y su libertad se verían amenazadas”).
Constatamos, pues, con preocupación estas políticas de refuerzo a ultranza del control de las fronteras europeas (Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo), que suponen un grave obstáculo para la protección de las personas refugiadas y vulneran derechos de las personas migrantes. Y debemos reaccionar, llamando a reafirmar los valores de solidaridad y respeto hacia aquéllas.
Los Abogados podemos legítimamente incorporarnos a la discusión sobre aspectos históricos, filosóficos, políticos o jurídicos en materia de Derechos Humanos, o debatir técnicamente sobre el direccionamiento de la jurisprudencia del Tribunal Europeo, o la Corte Iberoamericana de Derechos Humanos, o sobre nuestro papel profesional ante los desafíos jurídicos de la aplicación de los Textos referenciales sobre la materia.
Pero tal vez ello no sea suficiente.
Tal vez no sea posible el verdadero acercamiento y una genuina aceptación del reto en materia de Derechos Humanos sino desde la imprescindible vocación de transformación de la realidad.
El llamado ‘primer mundo’ no puede sino ser un espacio en el que los Derechos Humanos estén garantizados para todos: no sólo para sus propios ciudadanos, sino, extensiva e incluyentemente, para toda aquella persona que incluso temporal o circunstancialmente lo circule o habite.
Como Abogados, sí, parece legítimo que pongamos el acento en el sagrado derecho de defensa, pero como ciudadanos abogados no perdamos de vista que éste es sólo uno más de los derechos fundamentales que cualquier persona acredita por su mera humanidad. Tal vez sea éste el momento de reconocer abiertamente que nuestra condición de Abogados exige, de por sí, un posicionamiento personal -y colectivo- que vaya más allá del puro servicio en interés del eventual cliente.
La condición de Abogado no puede definirse sólo sobre la base del concepto de servicio profesional. Nuestro reverso no puede ser sólo la clientela: es demasiado lo que recibimos de la comunidad como para limitarnos a un pacto nutricio con ella. La Abogacía surge de un pacto trascendente con la sociedad que nos ha de involucrar más allá del estricto intercambio profesional.
La UIA posee un inmenso ascendente, no sólo moral, ante estados nacionales, corporaciones e individuos. Es incalculable su potencial de influencia como creador de opinión y factor de concienciación de la necesidad de trabajar para construir un mundo donde los Derechos Humanos no sean papel mojado para miles de millones de personas. Es enorme su capacidad de denuncia ante situaciones de inobservancia y violación de derechos básicos. Y le cabe un papel protagonista como motor de transformación social a nivel global.
Es desde esta perspectiva que personalmente asumo y me permito, además, invitar a todos a asumir el 53º Congreso como una gran oportunidad y como un desafío en toda regla.
Y termino por donde empezaba: os esperamos en Sevilla con los brazos abiertos.
Artículo publicado en Juriste International
Sevilla 2009: un encuentro entre Culturas. Juan Antonio Cremades. Presidente de Honor de la Unión Internacional de Abogados. Presidente del 53º Congreso
A lo largo de mi vida profesional, he asistido a un buen número de Congresos de la Unión Internacional de Abogados. Prefiero no perder tiempo calculando cuántos. Pero no necesito realizar ningún esfuerzo especial para recordar con nítida precisión la característica común a todos ellos, que no es fácil encontrar en otras reuniones semejantes: nuestros Congresos permiten establecer vínculos de amistad con muchos abogados y sus acompañantes. Y además son la ocasión de volver a ver a los viejos amigos, abogados de muchos países, que comparten el mismo deseo de servir a los ciudadanos de todo el mundo a través del ejercicio del derecho.
Nada más lejos de un Congreso de la UIA que aquellos acontecimientos profesionales en los que la actividad más importante es pedir tarjetas de visita, generalmente no porque al peticionario le importe guardar la tarjeta solicitada – que suele acabar en el cesto de los papeles al terminar el acto –, sino porque ello permite entregar al interlocutor su propia tarjeta, sin pensar que tendrá el mismo destino final.
Los vínculos de amistad creados en la UIA son mucho más eficaces a la postre que la distribución a mansalva de cartulinas con los datos de identificación y suelen desembocar en duraderas relaciones profesionales.
El 53º Congreso de la Unión Internacional de Abogados, convocado en Sevilla del 27 al 31 de octubre de 2009, abordará temas del más alto interés jurídico bajo el lema “Sevilla un encuentro entre Culturas”.
Una ciudad en la que, además de subsistir con esplendor las herencias romana, musulmana, judía y cristiana, ha sido crucial en la relación tradicional con las Américas, es la sede adecuada para estudiar “Mundialización, tolerancia y derecho” guiados por la experta batuta del Bâtonnier Mario Stasi.
En medio de la crisis mundial derivada de la ausencia de reglamentación de determinados sectores económicos y que sufre también quizá de la excesiva voluntad punitiva para con los empresarios, es muy conveniente analizar el “Derecho penal de los negocios: “¿demasiadas sanciones o demasiado pocas?”. A ello se dedicarán los especialistas dirigidos por nuestro compañero Stéphane Bonifassi.
Y, si hay algo inherente a nuestra profesión, es la vocación que tiene el abogado de recibir las confidencias de sus clientes, para poder asesorarlos de manera eficaz indicándoles el camino del derecho y defenderlos si se les reprochan errores de conducta. En estos tiempos en que ciertas autoridades quieren obtener resultados en su lucha contra el crimen atropellando el derecho fundamental del ciudadano de confiarse a alguien que pueda orientarlo en su recto caminar, es importantísimo que el Bâtonnier Georges-Albert Dahl nos ayude a buscar las exigencias y los límites de este valor esencial para nuestra profesión.
Como Sevilla es tan vecina geográficamente de África, a la que le unen numerosos vínculos históricos, no es de admirar que tenga lugar el primer Foro Africano, en el que los juristas de dicho continente analizarán su problemática común.
Y naturalmente se reunirán las Comisiones y Grupos de Trabajo de los que forman parte los miembros de la UIA para tratar de los temas de su incumbencia.
Todo ello se hará en el Hotel Meliá Los Lebreros, elegido porque tiene salas y salones con capacidad para albergar estas reuniones de trabajo.
Pero nuestro próximo Congreso no se caracterizará, ni mucho menos, por una laboriosidad fanática. Sevilla dejará su impronta. Esta Ciudad impulsa a tejer amistades, paseando con los compañeros de profesión por sus calles y plazuelas. De la belleza de los monumentos civiles y religiosos emanan inolvidables efluvios de convivencia y respeto de todas las culturas jurídicas, ideal caro si lo hubo a la UIA. En esta Ciudad, uno aprende a no perder el tiempo, sino a saborear el paso de cada minuto, de cada segundo, conversando con los demás congresistas, tras haber pedido un vinito y unas tapas en la barra de una taberna.
La inauguración del Congreso, en el Teatro de la Maestranza, nos permitirá escuchar algunos discursos – no olvidando la enseñanza de Baltasar Gracián de que “lo bueno si breve, dos veces bueno” – y admirar la magia de esa andaluza universal llamada Carmen. Los que lo deseen habrán podido visitar antes el cercano Hospital de la Caridad, donde se halla la tumba de Don Juan de Mañara, que inspiró, según dicen, la figura de Don Juan, el más conocido de los sevillanos. Después del acto pasaremos el puente sobre el Guadalquivir para ir a Abades, donde tendremos durante el cóctel una inigualable vista de la Torre del Oro, de la Giralda y del río.
Al atardecer del día siguiente, nos desplazaremos a un bello Cortijo, cercano a Sevilla, y tras admirar la belleza del ballet de los caballos andaluces, entraremos en el rico mundo del folklore flamenco. Seguro que todo el congreso acabará lanzándose a bailar sevillanas.
En la tercera velada, los futbolistas de la UIA y sus hinchas se desplazarán al campo de fútbol para tratar de ganar a las figuras del Sevilla. Y acabaremos todos recorriendo las callejas de la Ciudad, rindiendo pleitesía en tascas y restaurantes a la cocina andaluza y a sus ricos caldos.
La cena de clausura se celebrará en el Casino de la Exposición, edificio que fue construido para ser la sede de Sevilla en la Exposición Iberoamericana de 1929. Una orquesta – que intervendrá después de la cena – permitirá a los que lo deseen “mover el esqueleto” mientras el cuerpo resista.
La excursión del sábado tendrá como destino la mítica ciudad de Jerez de la Frontera, asistiendo en sesión privada al espectáculo “Cómo bailan los caballos andaluces” en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. Del caballo pasaremos al vino de Jerez, visitando las bodegas González Byass, donde tras la correspondiente cata se servirá el almuerzo.
¿Qué decir, para acabar, sino que los sevillanos son gente dinámica y emprendedora, pero todavía más personas acogedoras, gratas, amigas de sus amigos, alegres y con sentido de la fiesta?
Sevilla y los sevillanos harán que el Congreso de 2009 sea inolvidable.
Les esperamos a finales de octubre.
Artículo publicado en Juriste International