La Mirada del Otro
Una de las labores fundamentales de nuestro Colegio es la formación continuada de sus miembros y en ese aspecto han sido muchas durante estos años las charlas y conferencias técnicas de marcado carácter profesional. Con el ciclo de conferencias que ahora reseñamos, se ofrecieron diferentes reflexiones sobre nuestra profesión realizadas desde ángulos ajenos a la misma. La presencia de la abogacía en los medios de comunicación, las artes o la historia ha sido muy significativa, por lo que nos planteamos ofrecer nuevas perspectivas sobre cómo se nos ve desde otros ámbitos de nuestra sociedad. La mirada del otro se inicia con estas tres conferencias que no pretenden ser únicas, quedando abierta la posibilidad futura de hablar del abogado desde nuevas “miradas del otro”.
Los Abogados en la Historia
La presencia de los abogados en la historia de España, especialmente desde los albores del siglo XIX ha tenido una gran relevancia, máxime cuando desde la Real Orden de 28 de mayo de 1838 se aprueban los Estatutos de los Colegios de Abogados, facilitando el desarrollo de la colegiación en todo el país. Personajes de la talla de Olózaga, Bravo Murillo, o posteriormente Alonso Martínez, Canalejas, Eduardo Dato o Maura, jalonan una historia política íntimamente ligada en muchos casos a nuestra profesión. Sin embargo en esta breve reseña voy a esbozar algunos rasgos de un Letrado, quizás no tan conocido como los anteriores, pero del que el año pasado se cumplió el centenario de su nacimiento y en el año 2004 se celebrará el 125 aniversario de su muerte. Ante tal encrucijada de efemérides quizás merezca unas palabras el letrado sevillano don Manuel Cortina de Arenzana.
Nació en Sevilla en 1802 y concluidos sus estudios de Jurisprudencia en 1820, se sumó al movimiento liberal. En 1823 se retiró a la lsla de León (Cádiz), donde con algunos soldados resistió durante una noche el asalto al Trocadero de los ejércitos fernandinos. Su oposición al absolutismo, hizo que el rey tomara represalias contra él, privándole de su título de abogado, aunque fue autorizado dos años después para el ejercicio de su profesión. Jefe de una facción liberal que se formo en Sevilla, se distinguió en la acción de Majaceite contra el carlista Gómez durante la primera guerra dinástica. Diputado en 1838, se destacó como brillante orador parlamentario haciéndose célebres sus discursos sobre el convenio de Vergara y el de desaprobación del mensaje de la corona. En esos años fue partidario de Espartero, quién el 8 de octubre de 1840 va a Valencia con sus nuevos ministros, siendo Cortina el de Gobernación, cuya principal misión es redactar el programa de gobierno que el día siguiente, 9 de octubre, lee y decide a la reina gobernadora doña María Cristina a resignar los poderes en el Gabinete y abdicar .
En 1843 surgen divergencias con Espartero por oponerse a la dictadura de los ayacuchos (compañeros de éste que realizaron con él la campaña de América), oposición que realizó junto a Salustiano Olózaga y Joaquín Mª López; sufrió prisión en Madrid, desde dónde se expatrió, para regresar de nuevo en 1846 cuándo ocupo de nuevo un escaño en cortes.
Sin embargo, también se enfrento a Olózaga, pues al ser éste acusado de haber obtenido la firma del célebre decreto de disolución de Cortes por coacción a la reina, fue mandado detener en el Congreso de los Diputados por el propio Cortina.
Característica de su personalidad fue la de proteger siempre a los perseguidos y desterrados, sin participar en componendas políticas que le hicieran renunciar a sus principios, lo que le procuró no pocos enemigos.
A partir de 1847 se retiró prácticamente de la vida pública aunque fue consultado, no obstante, por muchos políticos, debido a la sólida fama que había alcanzado como jurisconsulto y sobre todo como persona honesta y justa
Murió en Madrid en 1879 alejado de toda actividad.
Aunque esta reseña sirva de presentación, la amena charla que realizará don Rogelio Pérez Bustamante, Catedrático de Historia del Derecho de la Universidad Juan Carlos I de Madrid, y cátedra Jean Monnet de la Unión Europea, nos ilustrará profusamente del papel jugado por don Manuel Cortina y otros compañeros en aquellos años.
Abogados en el cine
La presencia de nuestra profesión en las diferentes artes ha tenido en no pocos casos, gran relevancia y así, en el cine, las películas de tribunales han alcanzado la categoría de género. Quizás de los pocos héroes de ficción con el que casi todos nos identificamos sea el bueno de Atticus Finch, abogado en la Alabama del conflictivo sur de Estados Unidos en los años de la Gran Depresión. Hace meses, en una de esas encuestas tan pintorescas que deleitan a la opinión pública norteamericana, ha sido considerado el personaje más bueno –en todos los sentidos, incluido el machadiano- de la historia del cine. La película “Matar un ruiseñor” nos presenta los valores de bondad, no violencia y comprensión aglutinados en ese abogado admirablemente interpretado por Gregory Peck.
Desconozco si el citado actor reunía la imagen de lo que se supone debe ser un abogado, pues también fue elegido por Hitchcock para El proceso Paradine, en el que el abogado Anthony Keane queda subyugado por la misteriosa Sra. Paradine –una hermosísima Alida Valli – mezclando sentimientos con profesión, convirtiéndose en una magnifico análisis de cuán difusos resultan los límites hasta dónde podemos llegar a la hora de involucrarnos personalmente en un pleito.
Qué decir, por último, de Doce hombres sin piedad en la que Sidney Lumet nos muestra a un abogado “no-abogado”, a un arquitecto al que da vida Henry Fonda empeñado en suplir las carencias de una defensa legal desafortunada simplemente a partir de lo que da en llamar “una duda razonable”, todo ello desarrollado en un ambiente realmente claustrofóbico. La disección que se hace sobre muchos de los principios que deben conformar un sistema de derecho penal garantista, se enfrenta a los deseos de venganza y odio, y a los prejuicios que reflejados en algunos miembros del jurado, ejemplifica mucho de los instintos primarios de una sociedad que condena antes de reflexionar.
Son tres ejemplos, hay muchos más, del papel que el defensor ha jugado y sigue jugando hoy en el séptimo arte, por eso resultará muy interesante escuchar a don Eduardo Torres Dulce, Fiscal de Sala del Tribunal Supremo y crítico de cine, quién analizará éstos y otros ejemplos de nuestra presencia ante las cámaras.
Abogacía y Medios de Comunicación
Cuando allá por primavera surgió la idea de este ciclo de conferencias, no podíamos presagiar que los terribles hechos acaecidos este verano en la Costa del Sol llevarían tan a primera línea la imagen mediática de los abogados y de la justicia en general. Ahora entendemos mucho más necesaria una visión de cómo se nos ve desde los medios de comunicación, relacionada con nuestra forma de proceder ante los mismos y la aparición unos años atrás de la figura de los “abogados estrella”. Por eso, el profesor Arcadi Espada, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, periodista y escritor vendrá a darnos una perspectiva desde este ámbito tan de actualidad en nuestra sociedad como es la comunicación y sus medios. No pocos abogados han abandonado recientemente su rol de discreción y anonimato, pasando a convertirse en parte estelar “del caso”, planteándose el debate sobre si es útil como herramienta de defensa, o simplemente responde a la tendencia de afán de protagonismo mediático que nos ha conquistado.
Por otro lado, es continua la utilización errónea de conceptos jurídicos en los medios de comunicación, equivocando en las noticias plazos, tipos de recursos, normas o jurisdicciones. Quizás ha llegado el momento de una verdadera especialización de profesionales en el campo de la información de tribunales, de la que pueden presumir muy pocos medios de comunicación actualmente.
Estos temas, junto con la imagen negativa que tenemos en dichos medios – obsérvese como las únicas noticias específicas sobre la profesión de abogado que se suelen publicar, se refieren a los que se han quedado con dinero de los clientes -, fueron analizados en una conferencia cuya actualidad generará, sin duda un plus de interés.