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Navidad y no otra cosa

Navidad y no otra cosa

Tengo muy claro que los que escriben no lo hacen para sí, regla que, como todas, exige sus excepciones para ser tales. Lo normal es escribir para que te lean. No siempre se consigue porque a veces, y no tan a veces, no te publican lo que has escrito, según el medio elegido. Dicho lo anterior, como ahora se dice en las tertulias televisivas, pretendo que nuestra revista, “La Toga”, se haga eco de lo que voy a decir (escribir), demostrando con ello su espíritu liberal, exento de toda censura.

Nos acercamos a fechas en que se celebra, no el solsticio de invierno, sino un hecho que ha trascendido más que ningún otro a lo largo de los siglos: el nacimiento en Belén de un Niño que, siendo galileo, había de empadronarse en Judea. Treinta y tres años después, este Niño fue ajusticiado y condenado a muerte de cruz. Eso es histórico, pero además es de la máxima trascendencia. Nada como este suceso ha superado el tiempo y la geografía a lo largo de los siglos. Nada ha prevalecido. Su doctrina es el acervo espiritual de la civilización actual, que ha acogido sus principios morales, tal y como los predicó el Galileo,  intentando a veces disfrazarlos  con términos distintos ( solidaridad en lugar de caridad, ética versus moral…). El laicismo, “velis nolis”, quiere inventar lo que ya fue inventado por Jesús. Las pomposas declaraciones de derechos fundamentales de la persona son copia o plagio de lo predicado por el Nazareno.

Hace unos días, recibo de mi Colegio un sobre que contiene la convocatoria de la preceptiva Junta General Ordinaria, así como la tradicional invitación a la misa y almuerzo, en honor de la que sigue siendo nuestra Patrona, a pesar de los intentos de un colegiado de suprimir el patrocinio de la Inmaculada Concepción de María (No sé bajo qué patrocinio nos hubiera puesto, pero lo barrunto).

Además de estos papeles, el sobre contiene un tarjetón de color amarillo (¡Qué horror!) en el que el Decano y la Junta de Gobierno nos comunican sus más sinceros deseos de Paz y Felicidad. Supongo que el motivo de ello, que también sinceramente agradezco, es el de que próximamente se celebra en todo el mundo ese nacimiento en Belén, pero trabajo me ha costado averiguarlo. En la esquina inferior izquierda del tarjetón amarillo, con formato inferior a todo el empleado, se dice: “Navidad 2013”… Menos mal. Ya sabemos por qué se nos desea Paz y Felicidad.

El propósito de estas líneas no es otro que el de reivindicar el carácter religioso (Sí, religioso) de esta Fiesta, suprimiendo complejos. No se trata de volver al christmas  de años pasados, con la reproducción de algún cuadro sobre el Nacimiento, que puede ofender a algunos, y que yo guardo con cariño. Se trata de conservar nuestra civilización cristiana. De otra forma, habría que suprimir la misa en honor de la Inmaculada y cualquier otro acto religioso.

Así lo pienso y así lo digo (escribo).

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